El árbitro muestra la cartulina roja a Ballesteros. Foto: CARLOS MIRA

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Carlos Román (Barcelona)
Probablemente haya sido el jugador más importante en la historia mallorquinista, pero desde que dejó la Isla la figura de Samuel Etoo se ha transformado en la peor de las pesadillas. Ayer, al camerunés le bastaron dos balones y la colaboración de Moyà para destruir a un Mallorca inofensivo, que no fue ni la sombra de lo que sus jugadores habían prometido durante la semana (2-0). A pesar de su aparente pasividad, el Barça cobraba vida cada vez que Deco o Ronaldinho contactaban con el esférico y el recorrido de Gio y Giuly por los carriles crecía a medida que avanzaba el partido. El Mallorca por entonces aún mantenía el tipo y reunía el descaro suficiente como para amenazar la solidez azulgrana y Yordi dispuso en ese tramo de la mejor ocasión del primer tiempo. Pereyra peinó el balón en las cercanías del área y el gaditano trazaba un extraño remate que pese a su falta de pólvora, provocó el silencio en las gradas del estadio.

Y eso que el Mallorca había salido al césped del Camp Nou con el guión muy bien memorizado. Cúper convirtió a Farinós en la sombra de Xavi y selló todas sus puertas del área con el permiso del Barça, que a diferencia de su rival, careció de cualquier tipo de tensión durante los minutos iniciales. Mientras los de Rijkaard sobaban el cuero a la espera de un paso en falso, los baleares iban ganando en confianza y se atrevían incluso a estirarse en alguna acción aislada en la que Valdés no tenía que esforzarse demasiado. De hecho, lo único destacable en el primer cuarto de hora fue un tiro lejano y blando de Xavi y un libre directo ejecutado por Arango que se marchó a varios metros del marco.