Pere A. Serra, presidente-editor de Ultima Hora, muestra a Héctor Cúper el libro «Mallorca. Serra de Tramuntana» en presencia de Vicenç Grande.

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Despojado de Samuel Etoo, el último gran icono, el mallorquinismo parece haber encontrado por las afueras del campo algo sólido a lo que agarrarse. Quizás resulte un ejercicio paradójico, pero la hinchada del Mallorca anda agarrada desde hace un buen puñado de meses al manual de Héctor Cúper y a la contagiosa pasión que trasmite Vicenç Grande, un empresario de éxito que no ha tardado en acomodarse entre los brazos de la afición. Mantiene Cúper intacto su crédito en Mallorca. Y también su influjo sobre la grada. Ningún entrenador del mundo puede estar por encima de los resultados, aunque en la Isla el argentino tiene margen para todo.

Padre del bienio dorado, actor directo de las lágrimas que se derrararon en Mestalla y Birmingham, Cúper y su mística siempre han generado unaminidad entre los seguidores del conjunto balear, que han jurado amor eterno a un tipo entregado a su trabajo. Hermético y lacónico, el año II del gran apostol se ha escrito hasta ahora sobre arenas movedizas. Lejos de las grandes gestas que situaron al Mallorca junto a la nobleza europea, Héctor Cúper sufre en el desván, donde respirar cuesta más de lo normal. Tras sus escalas en Valencia y Milán, el argentino volvió para sufrir al límite, aunque también para participar en el milagro final que acabó enterrando al Levante.

Apenas un par de meses después, el Mallorca presentaba en sociedad los resultados de la cirugía estética que se había aplicado durante un intenso verano, aunque los aplausos de Son Moix fueron otra vez para Cúper.

A unos pocos metros de distancia del entrenador forjado en Lanús, Vicenç Grande observaba ilusionado. Admirador declarado del argentino -«Cúper es Diós», ha manifestado en varias ocasiones-, el nuevo presidente vivía su primera gran noche. La grada tampoco dudó en exteriorizar su cariño y tributó su primer gran homenaje a Grande. Por muchos motivos, se abría un nuevo ciclo: relevo en la poltrona y un banquillo blindado, el antídoto idóneo para alterar la inestabilidad perentoria que sacudía al puesto de entrenador. De hecho, desde la marcha de Cúper al Valencia, el Mallorca nunca había conseguido dar continuidad a sus técnicos. El desfile fue largo, interminable, aunque nadie olvidó nunca al de Chabas.

Mateo Alemany, el hombre que acabó gestando el regreso más esperado, otorgó a Cúper poder absoluto en el área deportiva. Y Grande no dudó en ratificar su graduación.

Presidente y entrenador no dudaron desde el principio en aplicar una gran revolución. Había que pasar página. El Mallorca se convirtió en uno de los principales protagonistas del mercado veraniego y cerró su capítulo de incorporaciones con once caras nuevas. Todo para intentar romper con el pasado más reciente.

Prats, Borja, Fernando Navarro, Doni, Pontenza, Maciel, Jonás Gutiérrez, Peralta, Yordi, Tuzzio y Choutos poblaron la lista de entradas y alteraron la fisonomía de un plantel al que los resultados habían devaluado notablemente. Cúper había diseñado un equipo aparentemente más equilibrado, con alternativas en casi todas las posiciones, aunque el reencuentro con la Liga no ha despejado todos los interrogantes.

Al Mallorca de Cúper le falta lo que él siempre reclama: equilibrio. Da la impresión de que el torneo, una vez más, ha llegado de masiado pronto. Por sorpresa. Cinco jornadas después, la escuadra balear ha ofrecido un poco de todo y eso le mantiene en el furgón de cola. Recientes todavía las secuencias del año pasado, la inquietud se ha instalado de nuevo en Son Moix. Grande aboga por mantener la tranquilidad y apela al trabajo; Cúper busca la fórmula para adquirir el ansiado equilibrio. Tras el espectacular triunfo sobre la Real Sociedad (5-2) y el punto de Getafe (1-1), el Málaga abrió viejas heridas en Son Moix (1-4). El viejo Chamartín aparece ahora en el horizonte y con él toda una amalgama de sensaciones. Tampoco es fiable el Real Madrid, aunque eso no reduce su capacidad de intimidación.

El nuevo proyecto del Mallorca se muestra todavía en estado de gestación, aunque desde hace semanas la competición no concede margen alguno. Grande y Cúper, Cúper y Grande, aparecen como dos de sus grandes argumentos. Los focos siempre les dispensan un atención especial. Ayer desfilaron por Ultima Hora. Pere A.Serra agasajó a ambos, aunque Cúper recibió un regaló con un significado muy especial: «Mallorca Serra de Tramuntana». El argentino observó el libro con atención. «El Mallorca tiene que estar en la cima», comentó a Cúper el presidente del Grupo Serra y editor de este diario. Asintió el entrenador, que en la redacción dio a conocer su lado quizás más desconocido para el gran público. Atento y sencillo, el entrenador del Mallorca tiene madera de líder. Quizás por eso la hinchada está convencida de que el Mallorca no tardará en regresar a la cima, hasta donde Cúper le guió no hace tan tiempo.