Luis Aragonés sale del vestuario para iniciar el entrenamiento en el estadio Rey Balduino de Bélgica.

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Luis Villarejo|BRUSELAS
La selección española, formada en su mayoría por jóvenes cautivados por la «playstation» y liderada por un tipo ilustre en el fútbol mundial, pero de otra generación como es Raúl, se juega ante Bélgica la opción de permanecer o desaparecer del mapa futbolístico de élite.

Un pasaporte para el Mundial 2006 en Alemania está en el aire. España no puede dar ya más ventajas. Necesita ganar o ganar. La selección que no acude a un Mundial no existe. Se convierte en clandestina. Y sus jugadores se devalúan. Por tanto, el equipo de Luis Aragonés sabe que ponen en liza el orgullo de representar a millones de españoles, que el próximo verano quieren ver a su equipo nacional en la gran fiesta del fútbol universal.

«Es la hora. Os toca ganar». Es el mensaje que ha enviado en las últimas horas Luis Aragonés a sus jugadores. A todos. A los que sabe que nunca le van a defraudar. A gente que nunca ha sido sospechosa. A su capitán, Raúl, que iguala mañana a Fernando Hierro con 89 presencias en la absoluta.

Y también a futbolistas que están en la onda, pero a quienes falta dar un puñetazo encima de la mesa y demostrar que son futbolistas de verdad. Es el día de Joaquín, de Reyes, de Fernando Torres, de jugadores que deben por fin traspasar la raya que separa a los buenos futbolistas de los decisivos y carismáticos.

Luis Aragonés seguro que soñaría con reclutar si pudiera a la 'vieja guardia', a gente como Hierro, Nadal y Luis Enrique. Pero esos ya no están. Es pura nostalgia. Esos que sabían competir los añora Luis. Hoy toca recoger ese testigo a un equipo más inexperto, con una media de 24 o 25 años, pero donde habrá individuos con peso en el concierto europeo en todas las líneas del equipo.