Vicenç Grande, presidente del Mallorca, friendo buñuelos ayer en Consell. Foto: ANTONIO CUÉLLAR

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Antonio Cuéllar
Firmó autógrafos, se hizo fotos, le dieron muchas palmaditas de ánimo y hasta una ovación para levantarle la moral. Vicenç Grande estuvo ayer en la sede de la Asociación de Personas Mayores de Consell, que le recibieron con una cerrada salva de aplausos cuando hizo su entrada en el Casal de Ca Sa Madona de esta localidad del raiguer recién llegado de Alcoy. Vicenç Grande lo agradeció luciendo su mejor sonrisa, no sin antes asegurar, con la franqueza y el toque campechano que le caracteriza, «que la procesión iba por dentro».

La dolorosa derrota de El Collao era el tema del día en la tradicional «fiesta de las vírgenes» que los mayores de Consell celebran cada año invitando a «bunyols» a personajes conocidos. En esta oportunidad, además del presidente del Real Club Deportivo Mallorca, estuvo invitado el navegante Xisco Estarellas, que sorteó un ejemplar del libro «Piratas, Tormentas y Tiburones» que narra su vuelta al mundo a bordo del «Sirah».

Vicenç Grande derrochó simpatía y conquistó a todos cuando confesó que al final del partido con el Alcoyano había sido valiente ante los periodistas «pero al llegar a la habitación del hotel me puse a llorar». «Lágrimas de rabia, pero enseguida me repuse porque en fútbol, como en la vida, lo que ha pasado ya no vuelve. Por este motivo os digo que el domingo ganaremos. Soy optimista por naturaleza». Después de la visita de su presidente, todos aquellos que veían mal el futuro del Mallorca respiraron. El optimismo de Vicenç Grande es como una pandemia: prende en quien lo respira. Ayer pasó en Consell.