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El tiempo le ha dado la razón a Chema Olazábal y el vasco supo mantener su supremacía al frente del Mallorca Classic 2005, torneo que al fin forma parte de su dilatado historial. Y que le sirve para poner fin a una larga sequía de victorias que se extendía a lo largo de 3 años, 8 meses y 13 días en los que el golfista, doble ganador del Másters de Augusta, no había conseguido alzar un trofeo. La última ocasión fue el 2 de febrero de 2002, en el Buick Invitational del circuito americano de la PGA, y después de quedarse en dos ocasiones a las puertas de hacerse con el torneo mallorquín, al fin se sacó la espina en un campo que el propio Olazábal rediseñó y del que es el mejor conocedor.

Así, Olazábal ingresa un premio en metálico de 250.000 euros y con el Mallorca Classic 2005, ya posee 23 títulos continentales y treinta internacionales. Para sellar su victoria, cimentada tras dominar el torneo desde la segunda jornada, Chema echó mano de una tarjeta de 66 golpes -cuatro bajo el par- en el último día de competición. De esta manera, presentó un global de 270 golpes (-10), con una renta de cinco sobre el trío de perseguidores que le metió presión en la recta final del torneo. Sergio García, brillante en los hoyos decisivos, José Manuel Lara y el inglés Paul Broadhurst, hasta el sábado la única alternativa válida a Olazábal, se quedaron con 275 golpes y compartieron el segundo lugar.

Olazábal mostró todo su temple entre los hoyos quinto y noveno. Entonces, el vasco acabó por fulminar las esperanzas de Broadhurst con tres birdies consecutivos que le dieron alas de cara a la victoria. El hoyo diez le permitió encarar la recta final del recorrido con una diferencia que osciló entre los cinco y los seis golpes. Así, se plantó en los últimos hoyos -los mismos que remodelará cuando acabe la temporada- con un importante margen de maniobra que le permitió hacerse con el triunfo.