Héctor Cúper.

TW
0

Hace un año, el mallorquinismo entraba en erupción. Una derrota en Son Moix ante el Racing precipitaba el regreso más deseado, la vuelta del rostro ineludible de la historia dorada de la entidad. En una operación imposible, en un plan minucioso elaborado por Mateo Alemany, Héctor Raúl Cúper acudía a la llamada de auxilio y aceptaba el reto. Con el grupo atrapado en las cloacas de la Liga -penúltimo a cuatro puntos de la salvación- el entrenador argentino asumía plenos poderes en época de depresión y firmaba un contrato de tres temporadas. Mañana, 2 de noviembre, Cúper cumple un año en el banquillo del Mallorca, 365 días de pasión plagados de luces y de sombras, de humillaciones y festejos, de triunfos y derrotas.

Rodeado de una expectación mediática sin precedentes, el técnico argentino fue presentado por Mateo Alemany el 2 de noviembre del pasado año como el salvador. Desde aquella tarde en la atestada sala de prensa de Son Moix, con un puñado de cámaras y flashes captando cada detalle, cada gesto, cada acción de uno de los entrenadores más carismáticos en la historia de la entidad, el Mallorca se ha acostumbrado a convivir con el riesgo, mirando de frente al infierno.

No es habitual que un técnico celebre un aniversario en la Isla. De hecho, desde la marcha del técnico de Chabas al Valencia en el verano de 1999 hace ya más de seis años, ningún entrenador había cumplido un año natural en el banquillo bermellón. Luis Aragonés, en su primera etapa, y Gregorio Manzano completaron una temporada, pero no llegaron a soplar la vela ya que se marcharon antes de cumplir doce meses.