El riesgo ha sido el fiel compañero de viaje de Cúper en los casi
365 días que ha consumido en su nueva etapa al frente del Mallorca.
El de Chabas aterrizó en la Isla con la misión de salvar al equipo
de un fracaso inevitable y aunque finalmente llegó a completar el
milagro, casi todo el trayecto lo ha cubierto al borde del
precipicio. De las 39 jornadas que acumula en el banquillo balear,
33 ha permanecido instalado en los puestos de descenso.
El dato, que revela la presión a la que ha sido sometido desde
su llegada, evidencia además que su fichaje alteró totalmente sus
pretensiones deportivas, ya que ha pasado de pelear por trofeos tan
prestigiosos como el Scudetto o la Copa de Europa, a intentar
evitar una caída que podría ser catastrófica para los intereses
isleños.
La SAD balear quería dar un golpe de efecto y decidió confiarle
la nave en uno de los momentos más críticos de su vida reciente.
Antes de encomendarse a la figura del argentino, el Mallorca
caminaba por el campeonato con una losa sobre su espalda y la
sombra del descenso estaba más presente que nunca porque el club
llevaba ya varios años flirteando con el descenso y las
posibilidades de mejora eran escasas.
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