El tiempo que lleva parado es proporcional a la ilusión que tiene
por volver. Rafael Nadal está impaciente y ha comenzado a contar
los días que faltan para su regreso a la competición. Lleva cuatro
meses parado -desde que ganó la final del Masters Series de Madrid-
y hasta la semana que viene (en Marsella) no reaparecerá. Pero el
mallorquín ya vive la intensidad previa al torneo. La semana pasada
aumentó el nivel de sus entrenamientos y a partir de hoy va a
terminar de perfilar su juego para empezar con opciones de seguir
siendo el mismo. Su ritmo será más bajo que el de sus oponentes,
pero sus ganas son superiores a las de cualquiera.
Cuando ganó el Masters Series de Madrid su cosecha de puntos era
impresionante, más alta que el botín que habían reunido Carlos Moyà
o Juan Carlos Ferrero para ser número uno. Pero Rafael Nadal tenía
un gran inconveniente. Estaba coincidiendo con la plenitud del
reinado de Roger Federer, un tenista que hace ocho días levantó su
séptimo título del Grand Slam.
Se crea en este momento una problemática que Roger Federer y
Rafael Nadal van a tener que aclarar en la pista. El suizo quiere
mantener su sillón en el trono de la ATP, mientras que el
mallorquín lleva tiempo aporreando la puerta y su acceso al número
uno del mundo no puede tardar demasiado en llegar. El helvético ha
dado primero ganando en Melbourne, pero el balear es consciente de
que todavía tiene margen para reaccionar en lo que queda de
temporada.
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