Un grupo de aficionados protestan tras el partido, ayer, en Son Moix. Foto: MONSERRAT
El día señalado para la remontada desembocó en un epílogo de tormento, en un final teñido de negro y cargado de ira con la grada poblada de pañuelos y un dañino «fuera, fuera» resonando por todos los rincones de Son Moix. El grupo balear abrió la lata con un golazo de Arango en su único disparo a puerta de todo el partido, se dejó empatar diez minutos después en una jugada rocambolesca que culminó Vivar Dorado y cerró el choque en plena tormenta, con la tribuna pidiendo a gritos una solución para taponar la crisis -el equipo es colista, suma nueve jornadas sin ganar y casi cuatro meses sin vencer en Son Moix- y el presidente refugiándose de la pañolada en el palco (1-1).
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