12/03/06 0:00
Es difícil saber si es peor tener en frente a los jugadores del Piacenza o a los seguidores del Panathinaikos. Son los griegos una de las aficiones con fama de ser la más activa. No paran de saltar, de agitar las banderas, de cantar, de animar. Ayer medio millar de seguidores helenos convirtieron Son Moix en una olla a presión. Probablemente tenga la misma culpa el servicio de Baev que los cánticos desde la grada en la derrota de los italianos en el primer parcial de la segunda semifinal. Porque fue una locura. Se pasaron desde media hora antes de que empezara el partido sin parar. Daba la impresión de que la mitad ni siquiera miraba el partido; sólo importaba animar para que el «Pao» ganara. Finalmente no fue así.
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