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Es difícil saber si es peor tener en frente a los jugadores del Piacenza o a los seguidores del Panathinaikos. Son los griegos una de las aficiones con fama de ser la más activa. No paran de saltar, de agitar las banderas, de cantar, de animar. Ayer medio millar de seguidores helenos convirtieron Son Moix en una olla a presión. Probablemente tenga la misma culpa el servicio de Baev que los cánticos desde la grada en la derrota de los italianos en el primer parcial de la segunda semifinal. Porque fue una locura. Se pasaron desde media hora antes de que empezara el partido sin parar. Daba la impresión de que la mitad ni siquiera miraba el partido; sólo importaba animar para que el «Pao» ganara. Finalmente no fue así.

Pero sería injusto que estos quinientos seguidores eclipsaran el lleno que registró el Palau d'Esports. Los seguidores mallorquines volvieron a responder ante una gran cita. Las gradas estuvieron repletas, incluso hubo espectadores que tuvieron que quedarse fuera de la instalación. La mallorquina no es la afición más ruidosa del mundo, pero «Els Tambors» se hicieron notar para que los jugadores del Son Amar se sintieran en casa.

Hoy se espera un nuevo lleno. Muchos jugadores de categorías inferiores estarán en las gradas pero también muchos otros que no han jugado nunca.