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No es el benjamín de la selección -Sergio Rodríguez le arrebata ese simbólico cartel-, pero con apenas 21 años y 137 días, Rudy Fernández puede presumir de ser el baloncestista español más joven en lograr completar la tríada con el equipo nacional. Fue el más precoz en saber lo que era jugar en unos Juegos Olímpicos (Atenas 2004), y apenas un año después se estrenaba en el Europeo de Belgrado. Fue Mario Pesquera su gran valedor tras la temporada 2003/04, la que le catapultó a la fama, a las portadas y a la selección. Su eclosión en la Copa del Rey -fue subcampeón con el DKV y MVP- y el hecho de convertirse en la referencia de un Joventut que empezaba a mostrar síntoma de lo que podía llegar a ser de la mano de Aíto García Reneses, acabaron por llevarle a la lista olímpica. Debutó en partido oficial el 15 de agosto de 2004. Fue ante la China de Yao Ming. Se permitió el lujo de anotar seis puntos y mostrar sus credenciales. Fue madurando, salvó a España ante Italia, Unidos -cuartos de final- se permitió la licencia de clavar un triple sobre la bocina del descanso ante la atónita mirada de LeBron James. Casi nada.

La pesadilla final de Belgrado ha dado paso a su continuidad con la llegada de «Pepu» Hernández. Su versatilidad en el perímetro, el nivel físico y técnico que ha atesorado, la experiencia adquirida y sus números con la Penya, a la que ha llevado a las semifinales de la Liga ACB y a volver a brillar en el continente con la consecución de la FIBA Eurocup, son avales suficientes como para prolongar una estancia en la selección que parece que llegará hasta el final de su meteórica carrera, que en breve puede dar el esperado salto a la NBA. Renunció dos años consecutivos aDraft por no poseer suficientes kilómetros ni una elección de calidad, pero en 2007 todo apunta a que volará hacia el otro lado del Atlántico. ¿Indianápolis, tal vez?

Y es que en extremo Oriente se concentran dos de los grandes desafíos de Rudy. En un período en el que España se ha codeado con lo mejor del continente a ritmo de medallas, él todavía no se ha colgado ninguna. El Mundial de Japón se presenta como una ocasión de oro... Sin dejar de lado Pekín 2008. La que a buen seguro será su segunda incursión en los Juegos, no muy lejos del marco en el que está llamado a hacer historia junto a una generación de oro. Pocas veces se verá a un equipo con tanto aroma a NBA, ni el baloncesto mallorquín tendrá a un embajador de tanto lustre. Llegar al Eurobásket de España 2007 con una medalla al cuello sería el mejor síntoma para Rudy, del que muchos ojeadores de la mejor liga del planeta estarán pendientes a lo largo de estas dos semanas de baloncesto de alto voltaje.