Pau Gasol, ayer, durante la sesión de tiro.

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Efe|SAITAMA
España y Argentina, dos selecciones hermanadas por lazos históricos, culturales y, en este caso, como en tantos otros, deportivos, se enfrentan por colocarse en la cima del mundo en las semifinales de Japón 2006 (12.30 hora española, La Sexta). Ambas escuelas están ya entre los cuatro mejores combinados nacionales del planeta y, sin embargo, todavía aspiran a algo más. El baloncesto español y el albiceleste rivalizan en calidad, en fuerza y en pasión. Son los equipos que mejor imagen y mejor juego han desplegado hasta ahora en el torneo japonés; los que más han hecho disfrutar al espectador, especialista o no; los que todos esperaban en la gran final del próximo domingo. Ahora, sólo uno podrá jugar por el oro. Al perdedor le quedará el consuelo de jugar por el bronce contra el equipo que salga derrotado de la otra semifinal, en la que se enfrentan Grecia, campeón de Europa, y los Estados Unidos (09.30 hora española; La Sexta).

España nunca ha subido tan alto. Ahora tiene una oportunidad única de conseguirlo. Los antecedentes más próximos le favorecen. Sólo es un dato. Los números valdrán de muy poco en el Saitama Super Arena. Los más próximos y los más antiguos darán lo mismo. Ambas selecciones se conocen a la perfección. Todos esperan un partido apretado, de buen baloncesto, alta exigencia física y un marcador final con una diferencia corta. Los lazos entre el baloncesto de España y el de Argentina se extienden desde las excelentes relaciones de ambas federaciones nacionales hasta la participación de varios integrantes del equipo dirigido por Sergio Hernández en clubes de la máxima categoría del baloncesto español (Liga ACB) y de la siguiente competición (LEB). Luis Scola, después de foguearse en el Gijon Baloncesto, es uno de los puntales del Tau Vitoria, en el que durante unas cuantas temporadas ha sido compañero de Fabricio Oberto, ahora en los San Antonio Spurs y antes en el cuadro vitoria y en el Pamesa Valencia. Pablo Prigioni, ex de Fuenlabrada y Alicante, ha sido el jugador más valioso de la última Copa del Rey disputada en Madrid en una excelente conexión con Scola que dio el título al equipo vasco.

Pero la meta, la ambición y el deseo de ambos apunta hacia el metal dorado, hacia el partido que otras veinte selecciones, otros 240 jugadores ya fuera del camino al podio, han imaginado mil y una veces desde que pusieron los pies en el país del Sol Naciente. Hacia la final del Mundial. Argentina la conoce. Actualmente ostenta el subcampeonato después de perder por un punto ante la desaparecida Yugoslavia en la última final, en Indianápolis 2002. Una decisión arbitral en la acción que clausuró el partido situó al combinado suramericano en el segundo escalón mundial. En 1950, en la primera edición del campeonato, se colgó el oro del cuello. Entonces, sin grupos en la primera fase tal y cómo hoy se juega el torneo, se impuso a Egipto (68-33), los Estados Unidos (64-50), Brasil (40-35), Chile (62-41) y Francia (66-41), para acabar invicta y campeona del mítico pabellón 'Luna Park', cuyo nombre ha quedado inscrito a fuego en la historia de la canasta albiceleste.