Felipe Reyes, Calderón, el mallorquín Rudy Fernández, Pau Gasol y Carlos Jiménez festejan el título mundial. Foto: EFE/FRANK ROBICHON

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GRECIA 47
ESPAÑA 70

GRECIA (12+11+11+13): Diamantidis (4), Hatzivretas (-), Kakiuzis (17), Fotsis (7), Papadopoulos (2) -cinco inicial-, Spanoulis (4), Tsartsaris (-), Schortsianitis (2), Papaloukas (10), Dikudis (1) y Vasilopulos (-).

ESPAÑA (18+25+11+16): Calderón (7), Navarro (20), Jiménez (4), Reyes (10), Garbajosa (20) -cinco inicial-, Marc Gasol (2), Berni Rodríguez (6), Mumbru (-), Cabezas (1), Fernández (-) y Sergio Rodríguez (-).

Àrbitros: Jungebrand (FIN), Moore (USA) y Estévez (ARG). Excluyeron por personales a Diamantidis (m.37).

Incidencias: encuentro correspondiente a la final del Mundial 2006 disputado en el Saitama Super Arena ante unos 18.500 espectadores.

Jorge Muñoa|SAITAMA

España derramó lágrimas antes de la bocina en el Saitama Green Arena, pero de alegría, lágrimas de oro, lágrimas de campeón del mundo a costa de Grecia, el campeón de Europa, que capituló ante la más grande España que se haya visto y que, de paso, sacó el pasaporte para los Juegos Olímpicos de Pekín 2006. Impresionante España. Demoledora. Ambiciosa. Enorme. Campeona. Baloncesto total para la gesta más grande de la historia de la canasta nacional. De Los Angeles'84 a Saitama 2006. De Corbalán, Martín, Llorente y compañía a los Calderón, Garbajosa, Reyes, Pau Gasol -aunque en el banco, también jugó en la mente de sus compañeros- y demás. Del cielo a la gloria. La selección española de José Vicente Hernández pasó por encima del actual campeón de Europa con un juego de manual. Una final perfecta, una noche de ensueño para situar el baloncesto de casa al frente deplaneta basket. Cualquier cosa que se diga, escriba o comente es poco. España lo bordó. Sin Pau, pero con Marc Gasol; sin partir como favorita en los pronósticos, pero como lo que es, como el mejor equipo del orbe.

Desde el primer hasta el último jugador; desde Pepu Hernández hasta el último de sus ayudantes; todos, absolutamente todos los miembros de esta familia que forma la selección buscaron la gloria con el corazón, aunque sin perder nunca la cabeza. La mejor defensa del mundo. Sin duda. Porque ningún equipo de este campeonato y tampoco del pasado Europeo de Belgrado que acabó con el oro en manos griegas ha descompuesto al combinado heleno igual que en Saitama la tarde-noche del 3 de septiembre de 2006, una fecha que ya es historia imborrable para el baloncesto y para el deporte nacional. Habría que revolver en el pasado para intentar encontrar una exhibición semejante de una selección española de cualquier deporte en una final mundial. Grecia, que dos días antes había dejado patente la calidad de sus baloncestistas y de su equipo tumbado a los Estados Unidos en semifinales, se sintió impotente desde el salto inicial, superada, rebasada, dominada.

No vencida, porque el espíritu le sobra, pero sí incapaz. Además, miraban al banco y veían a Gasol con el pie izquierdo colgando y sin jugar. Luego, levantaban la vista y el marcador iluminaba un paraíso para España. Fijaban de nuevo los ojos en el parqué y otro Gasol, Marc, mordía junto con los demás hombres de rojo para darle el oro a su hermano. Olieron la derrota de principio a fin. Enfrente, los españoles volaron hacia la victoria soberbios en el rebote, pieza clave del triunfo porque a través de los balones atrapados debajo de ambos aros y de la defensa rompieron el peligroso ritmo que tiene Grecia cuando domina los tableros. Carlos Jiménez y Felipe Reyes, también Marc Gasol y Garbajosa, defendieron por encima del bien y del mal. Los demás también, pero ellos sabían que tenían mucho que decir ahí para ganar esta final. Igual que Juan Carlos Navarro en ataque. La defensa de la selección escribió números de Guinness en el casillero heleno: Los doce puntos en el primer cuarto, once en el segundo y el tercero, trece en el último. España borró del mapa a los campeones de Europa.