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El Mallorca escogió el camino menos brillante para atrapar un récord y atar virtualmente la permanencia. El grupo de Manzano filmó uno de los peores partidos del curso en casa, noventa minutos cargados de tedio que resultaron suficiente para liquidar al Nàstic, que va de cabeza a Segunda, y enganchar la sexta victoria consecutiva de la temporada en el ONO Estadi, una racha sin precedentes en la historia bermellona en la máxima categoría. A ráfagas.

Sin intensidad ni ritmo. Aplicando la ley del mínimo esfuerzo, el equipo isleño se embolsó un triunfo que le permite afrontar las siete últimas jornadas del torneo alejado de las peleas en los barrios bajos de la Liga (1-0). El partido fue un carrusel de incongruencias. El balón fue para el Nàstic, pero el Mallorca se quedó con los tres puntos gracias a la mejor jugada colectiva del encuentro. Una acción de seda que inició Jonás, continuó Arango con un pase de tacón y remachó Víctor con maestría: recortó al defensa y cruzó ante la salida del portero.

Como enseñan en las escuelas. El ariete mallorquín no tiene la velocidad de Jonás ni el toque de Ibagaza, pero rebaña cada balón y siempre cumple. Convertido en un islote en la vanguardia, se pasa todo el partido desquiciando a los centrales con sus desmarques. Con Arango en su burbuja particular, todo el desgaste del ataque es para este delantero autóctono, el único futbolista que ha intervenido en todos los partidos de Liga, que sigue sumando.