El yate 'La Luna' está precintado. Está valorada en más de 4 millones y mide 20 metros de eslora. | M. À. Cañellas

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La tripulación alemana del yate que mató al joven mallorquín Guillem Comamala en aguas de Cala Bona el viernes por la noche había sido increpada pocas horas antes por su mal comportamiento en playas de Capdepera, según ha podido saber este periódico de fuentes próximas al caso. Los pasajeros, media docena de invitados, celebraban una fiesta a bordo. La Guardia Civil prosigue la investigación y está reuniendo pruebas para poder acusar al dueño de la embarcación, que se podría enfrentar a dos delitos: homicidio imprudente y omisión del deber del socorro.

Durante todo este lunes, los investigadores estuvieron tomando declaración a una serie de testigos, algunos de ellos de nacionalidad alemana y otros españoles. El caso, inicialmente, fue investigado por el Servicio Marítimo de la Benemérita, pero con los nuevos datos recabados por los agentes el informe ha sido traspasado al Grupo de Homicidios.

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Los funcionarios se han entrevistado con algunos tripulantes de barcos que han asegurado que en la tarde de viernes, en Cala Agulla y sus proximidades, los pasajeros del yate alemán utilizaron una lancha pequeña y de gran potencia, auxiliar de la primera embarcación, para navegar a toda velocidad y de forma temeraria. Esa actitud molestó a algunos testigos que les llamaron la atención y les recriminaron su actitud.

Al atardecer, el yate dejó aquel enclave y se dirigió hacia Cala Bona. Cuando ya había anochecido, y navegando a una velocidad muy elevada, colisionó con un pequeño bote en el que pescaba Guillem, de 20 años, su tío y otro familiar. Todo el golpe se lo llevó el joven y el motor, que fue arrancado, pero el bote quedó prácticamente ileso. El pescador mallorquín, que era un estudiante y jugador de voleibol muy conocido y querido en la Isla, murió a consecuencia del atropello.

Al parecer, la versión de los ocupantes del yate ‘La Luna’ es que no se percataron de lo que había ocurrido y por ese motivo continuaron con su trayecto hacia el muelle de Porto Cristo. Sin embargo, las fuentes consultadas indicaron que es «prácticamente imposible» que no advirtieran la colisión. El dueño del yate es un millonario alemán, que podría ser detenido en las próximas horas. Inicialmente se valoró la posibilidad de que se hubiera tratado de un desgraciado accidente, sin implicaciones penales, pero en las últimas horas el caso ha dado un vuelco y todo apunta a que el propietario será acusado formalmente.