PANATHINAIKOS (18+28+19+28): Diamantidis (15), Becirovic (6), Siskauskas (20), Dikudis (2), Batiste (12) -cinco inicial-, Hatzivretas (10), Alvertis (0), Tomasevic (16), Vujanic (12) Tsartsaris (0) y Delk (0).
CSKA DE MOSCÚ (17+19+21+34): Holden (11), Torres (9), Langdon (16), Smodis (18), Savrasneko (4) -cinco inicial-, Papalukas (23), Andersen (4), Van der Spiegel (6), Pashutin (0) y Ponkrashov (0).
Àrbitros: Mitjana, Lamonica y Belosevic. Excluyeron por personales a Becirovic, Torres, Van der Spiegel y Langdon. Señalaron técnica a Smodis y a Diamantidis.
Jorge Muñoa|ATENAS
La Euroliga 2007 consagró al Panathinaikos y al serbio Zeljko Obradovic en el olimpo de los campeones europeos, al que la formación griega ya ha subido tres veces bajo la batuta del técnico serbio y éste en media docena de ocasiones, la última, en Atenas, su propia casa, pese al derroche de calidad, juego y deseo del CSKA Moscú ruso, que defendía título y luchó por él con uñas y dientes de principio a fin.
El ganador de Praga 2006 perdió la ocasión de hacer doblete en la cima del continente por primera vez en la historia, pero hay que decir en su honor que enfrente tuvo a un equipo tocado por los hados. Obradovic y los verdes jugaron un encuentro extraordinario, implacable, tan sobresaliente que sometió al abundante arsenal de talento que los rusos reúnen en el técnico italiano Ettore Messina y una plantilla que sólo ha perdido tres partidos -final incluidaa lo largo de toda la competición esta temporada.
El CSKA cayó ante un rival enorme y ante una afición espectacular. También ante un entrenador enorme, un fagocitador de títulos que ya acumula seis y ha hecho campeones a cuatro equipos distintos: Partizan (1992), Joventut (1994), Real Madrid (1995) y, por tercera vez, al Panathinaikos (2000, 2002 y 2007). El 'Pao' es el nuevo rey de Europa. Obradovic es el rey de los banquillos continentales por mucho tiempo, puesto que ya aventaja en dos campeonatos a sus más inmediatos perseguidores.
Los griegos desplegaron todo el baloncesto que atesoran, que es mucho y del mejor. La línea exterior formada por Dimitris Diamantidis, Nikos Hatzivretas, el esloveno Sani Becirovic y el serbio Milos Vujanic los acribilló, los torturó con una eficacia demoledora, con un aplomo propio de los grandes campeones. Y así fue como el Panathinaikos levantó su cuarto entorchado europeo: a lo grande.
Obradovic había avisado después de la semifinal contra el Tau. Acabó satisfecho con la victoria sobre los vitorianos, aunque disconforme por el descenso ofensivo reflejado en el marcador. El serbio adelantó que el equipo ateniense mejoraría este aspecto en la final, que sería otro y que volvería a guarismos parecidos a los conseguidos a lo largo de toda la temporada.
Theodoros Papalukas fue uno de los nombres propios y el jugador que garantizaba un campeón local entre comillas a la fervorosa grada del OAKA, magnífica de color y de pasión ante una excelente final y dos equipos fuera de serie. Mientras, Diamantidis tuvo doble ración de alegría en la final de la Euroliga 2006-07, donde además de conquistar el título para su equipo se proclamó jugador más valioso del torneo (MVP).
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