Jonás y Pereyra festejan uno de los goles con sus compañeros. Foto: M.T.D.

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El Mallorca afronta las últimas curvas del curso con el depósito anímico a rebosar. Despojado del corsé del miedo que le ha atenazado durante ocho meses, cuando se jugaba la vida ahí abajo, al grupo de Manzano le ha dado por jugar bien cuando el campeonato divisa la línea de meta. El equipo se encuentra cómodo, los jugadores se divierten y la grada se ha acostumbrado a hacer la ola.

A la fiesta de ayer contribuyó Osasuna, que hace cuatro días acariciaba una final europea y que todavía no tiene la salvación asegurada. Dos fogonazos de Varela y Jonás, enorme el gol del argentino que celebró con la máscara de Spiderman, y otro de Jankovic le dieron al Mallorca su tercer triunfo en ristra, además de conceder a la hinchada su séptima alegría consecutiva. Paradojas del fútbol, el cuadro rojillo puede cerrar la temporada entre los diez primeros. Y ojo con la UEFA, que está a tiro (3-1).

El Mallorca apareció por el partido con las luces encendidas y un enorme espíritu de pelea. El primer mandamiento de Manzano fue tumbar el campo hacia los costados, por donde Varela y Jonás cimentaron el edificio. Resulta curiosa la metamorfosis del sevillano. Condenado a las galeras del lateral, Manzano le ha desabrochado el corsé y Varela ha respondido con dos zurdazos. Hace siete días, estrenó su cuenta con la camiseta rojilla con un zambombazo. Ayer volvió a sacar a paseo su izquierda para sorprender a Ricardo y abrir la puerta del marcador.