Manzano dialoga con sus jugadores durante el entreno de ayer. Foto: MONSERRAT

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Es el partido de la temporada, la cita más trascendental en la que se ha sumergido hasta ahora la versión 2007-08 del Mallorca. Y no se trata de ninguna afirmación periodística, es el propio Manzano quien se ha encargado de subrayarlo. Un encuentro rociado con el perfume de una final. El equipo bermellón tendrá en vilo a toda su masa social y le regalará una de esas veladas que se agarran durante años a la memoria. Está en juego el pase de las semifinales de la Copa del Rey, pero también varias toneladas de ilusión, las mismas que se incluirían en el billete hacia la próxima estación del torneo. Si el mallorquinismo añoraba un pulso de estas características, ya lo ha encontrado. Que nadie se lo pierda (ONO Estadi, IB3, 21:00 horas).

El Mallorca quiere volver a sentirse importante y tiene una oportunidad única para conseguirlo. Aunque últimamente ha perdido algo de práctica en este tipo de choques, conserva el espíritu que le llevó a sentarse junto a los grandes y hoy deberá mostrárselo a todo el planeta fútbol. En cualquier caso, le esperan varias trampas por el camino. La primera y más importante es el gol que se trajo hace una semana en el equipaje de vuelta a casa. Esa desventaja, aunque mínima, no le permite demasiadas licencias y le obliga a caminar hacia una única dirección: el marco de Ustari. Hacen falta dos tantos para seguir con vida y Manzano sacará todos los tanques que hay aparcados en el vestuario. No le queda otra opción. El técnico jienense, que en estos primeros días de la semana ha tenido que concienciar a los suyos de la importancia de mantener cerrada la puerta y de evitar cualquier síntoma de ansiedad, está tan ilusionado como su afición con el reto que se le plantea y no escatimará esfuerzos. Ayer seleccionó a los efectivos que se llevará esta noche a la trinchera y a excepción de los lesionados de larga duración (Webó, Castro y Dorado) y de Víctor (cedido a la Real Sociedad), sólo se han quedado al margen de la batalla Tuni, Molinero y David Navarro. El resto, incluido el recién llegado Scaloni, ya han empezado a aplicarse las pinturas de guerra. Tiene muchas opciones en la mano, pero casi con toda seguridad se apoyará en el once de etiqueta. Eso sí, deberá realizar un descarte en los prolegómenos del encuentro.