TW
0

Falta un minuto para las cinco de la tarde. En el césped, los capitanes Nunes y Puñal se hacen la foto junto al cuarteto arbitral. Pero casi nadie se fija en ellos. Todos los focos apuntan un poco más arriba, al palco. Por allí, no hay noticias de Vicenç Grande. Son los consejeros José Miguel García, Miquel Vaquer, Víctor Grande y Joaquín García quienes acompañan a Patxi Izco hasta su lugar de privilegio. Arranca el encuentro y Grande sigue sin dar señales de vida. Por primera vez desde que ocupa la poltrona, no preside un encuentro en el ONO Estadi. El temor a una nueva pitada ha provocado su huida. Es la imagen (no imagen) que marca el estreno del Real Mallorca en casa, un partido oxidado que el grupo balear se deja empatar por un pase erróneo de Varela en el centro del campo, una contra perfecta y un remate certero de Portillo (1-1).

Según la versión oficial de la entidad, que traslada su director de comunicación Matíes Rebassa al enjambre de periodistas que rodea la zona, el máximo accionista ha optado por no acudir al estadio para «no desviar la atención». Para Manzano, Grande no ha acudido para que la afición «se centrara» en el partido. Para los 13.000 espectadores, literalmente se ha esfumado. Con la ausencia de Grande monopolizando todos los comentarios, otro protagonistas de este enredo del verano en el que se ha convertido la venta de la SAD balear, el inglés Paul Davidson, accede a su localidad en la grada a los 8 minutos de juego. Y, para que no faltara de nada, al otro lado del Mediterráneo, el austríaco Dietrich Mateschitz, dueño de Red Bull y otro aspirante al sillón, celebra el triunfo de su piloto Sebastian Vettel en el Gran Premio de Italia de Fórmula Uno...Aderezado por todos estos ingredientes, el Mallorca cruza la segunda jornada en posiciones de descenso y sin ninguna victoria en sus alforjas.

En los entremeses del partido, la noticia sobre la posible ausencia de Vicenç Grande se esparce como la pólvora. Habitualmente, el presidente tiene costumbre de bajar al césped durante el calentamiento. Pero ayer, su figura no comparece. Por ahí abajo sólo desfila su hijo Víctor Grande. Algo se palpa en el ambiente. A medida que se acerca la hora de inicio, los periodistas comienzan a tomar posiciones a pie de palco. Ni rastro. Están Xavier Cabotà, Ramón Socías, Joan Buades, Miquel Vaquer, Joaquín García -mano derecha de Vicenç en el Grup Drac y que preside el encuentro junto a Patxi Izco- y José Miguel García, el segundo máximo accionista de la entidad.

Pasado el cuarto de hora, Aritz Aduriz abre la lata con un gol de alta escuela. Precedido de una gran acción colectiva entre Jurado y Varela. Ese tanto provoca el delirio en el asiento 16, de la fila 5, del Vomitorio 18. Allí, con una bufanda de los Supporters en el cuello, Paul Davidson salta alborotado. Sus compañeros de ubicación le felicitan como si ya fuera el presidente.

Mientras 'el fontanero' va recuperando su color después de los saltos y los abrazos, la fuga de Grande sigue copando opiniones. «A nosotros nos han dicho que (el presidente) no viene» dicen los miembros de seguridad. «Fútbol, hoy sólo fútbol» reiteran desde el gabinete de prensa de la entidad. Algunos de los espectadores se quejan del circo mediático y los de seguridad limpian la zona de cámaras.

En el descanso, sigue sin haber noticias de Grande. Davidson, por su parte, no para de recibir saludos, de hacerse fotografías con los seguidores mientras saborea una cerveza sin alcohol por los aledaños del V18. Son muchos los aficionados que se detienen ante él para saludarle. «Is fantastic», comenta sobre la primera parte del Mallorca. Davidson regresa a su asiento con la segunda parte recién iniciada...Grande no aparece.

Sobre el césped, Manzano y Ziganda mueven sus piezas. Una de ellas, Portillo, resulta clave para el desarrollo de la cita. El ex madridista aprovecha un error de Varela en un pase en diagonal para apuntillar a Moyà. El partido se acaba. La grada se toma el empate con indiferencia y el palco se va desalojando poco a poco. Grande sigue sin dar señales y el Mallorca duerme de nuevo en descenso.