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Ignacio Cabrera|TENERIFE
El Bàsquet Mallorca no tiene buena pinta. Al margen de la abismal diferencia entre las plantillas del Tenerife y el cuadro balear, la dolorosa derrota en el Santiago Martín (98-75) desnuda las enormes carencias de un equipo que apenas pudo resistir diez minutos a un rival que aprovechó su mayor calidad y versatilidad para desarbolar a un grupo perdido sobre el parqué y que se encomendó al músculo de Jason Keep bajo los tableros (Alberto Alzamora fue baja por una lesión en el tobillo), aunque no pudo evitar un tropiezo que la deja en una compleja situación en la tabla, sin conocer la victoria y con Valladolid y León en el horizonte más inmediato.

Con Keep como gran novedad en el quinteto, los de Sastre se vieron desbordados por la salida en tromba de un Tenerife que se ponía con un 6-0 que dejaba claras sus intenciones. Hasta que el propio Keep y Blair se activaron (6-6). El Bàsquet Mallorca optó por apostarse en una zona que puso en apuros a Rafa Sanz y los suyos. Keep era la única referencia de los baleares, que tenían su cruz en los tiros libres (12 de 24). Un 8-0 permitía despegar a los canarios (25-14), que cerraban el primer cuarto con buena parte del trabajo hecho.

Las cosas fueron a peor camino del descanso. Se marchaba el Tenerife en el electrónico con un Francis Sánchez inmenso. Edu Sánchez secaba a Riera y Keep perdía fuelle. Eso lo aprovechaban los canarios para poner la directa. Tanto, que al descanso ganaba el Tenerife de 24 (49-25).

La zona del Bàsquet Mallorca y la relajación del rival permitieron albergar contadas esperanzas en el tercer parcial, en el que llegó a ponerse quince el cinco con sede en la capital de es Raiguer (55-40). Pero Francis Sánchez detuvo la euforia desde más allá de 6'25 y el 79-50 del final del tercer parcial era la mejor muestra del cataclismo mallorquín.

El último parcial resultó un mero trámite para el Tenerife, que se limitó a administrar su renta, algo que aprovechó el Bàsquet Mallorca para frenar la hemorragia, aunque el 98-75 final ofrece pocas dudas, además de ratificar las aspiraciones de un Tenerife que se redime de la derrota ante el Axarquía y confirmar que el Bàsquet Mallorca está condenado a sufrir en una temporada que se presume tremendamente complicada.