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Albert Orfila / Carlos Román

El grupo de administradores que trabaja en el concurso de acreedores voluntario instado por el Grup Drac considera que Vicenç Grande debe vender «con urgencia» su paquete de acciones del Real Mallorca SAD. Sobre la mesa hay varios motivos, aunque dos de ellos destacan por encima del resto. El primero es que cualquier prórroga que sufra el proceso puede dañar directamente la viabilidad concurso y alargar de forma peligrosa todos los plazos previstos inicialmente. El segundo, en cambio, tiene que ver con la crispación social que se vive en torno al club bermellón, que podría aumentar considerablemente si Grande continúa ejerciendo la presidencia en los próximos meses. Así las cosas, la operación se ha convertido en una prioridad para todas las partes, aunque ésta sigue en el aire y en los últimos seis meses apenas se ha conseguido avanzar unos metros.

La transacción de las acciones que posee Binipuntiró SLU empezó a gestarse antes de que finalizara el ejercicio anterior o de que Vicenç Grande acudiera al concurso para reflotar la economía del Grup Drac. Fue a principios de junio y desde entonces, ha pasado por fases muy diferentes en las que ha devorado a diversos aspirantes a ocupar la poltrona de Son Moix, sin que ninguno de ellos abrochara la compra. En todo ese tiempo, la imagen del Mallorca y su propietario se han deteriorado en exceso, un hecho que ahora preocupa de manera muy especial a los administradores. Valoran muy positivamente su dimisión, ya que en el caso de que la herida creciera las acciones del club seguirían perdiendo valor y nunca se alcanzarían las previsiones fijadas.

En cualquier caso, la falta de compradores tampoco ayuda. En estos momentos, la única opción real a la que agarrarse es la de Freedy Shepherd, que está midiendo al milímetro todos sus movimientos y que en las últimas horas había generado cierta desconfianza. El ex propietario del Newcastle, que en su día fue el encargado de abrir la veda, ya ha recibido dos respuestas negativas a sendas ofertas y aunque en su entorno se advierten dudas, parece que no ha renunciado de forma tajante a ser el primer dueño extranjero del Mallorca.

Shepherd, que en ningún caso llegará a las cantidades planteadas por su compatriota Paul Davidson (el fontanero cerró un acuerdo por 38 millones de euros que nunca llegó a cristalizar), se reunió ayer con su mano derecha, David McKnight, para decidir si daban un paso más en las negociaciones o se apartaban de ellas. Al parecer, ambos están dispuestos a seguir recabando información acerca del club antes de pronunciar la última palabra. De hecho, están barajando muy seriamente la posibilidad de trasladar a un equipo de profesionales a la Isla a comienzos de la semana que viene. Ellos serían los encargados de escrutar a fondo las cuentas del club y de tratar en persona los aspectos que más les preocupan acerca de la venta. De todas formas, los administradores concursales todavía no tienen constancia del supuesto desplazamiento y temen que se reediten los episodios de esta semana, en la que estaba prevista una reunión que nunca llegó a celebrarse.

El culebrón se está rodando en pequeñas entregas y parece lógico que los encargados de tutelar la operación comiencen a impacientarse. La opción Shepherd no termina de explotar y si finalmente se rompe el panorama en el que quedaría instalado el club sería problemático. El plan B (que un ejecutivo profesional asuma la presidencia) evitaría a Grande seguir cargando con las riendas del Mallorca, pero no favorecería al mayor concurso de acreedores en la historia de Balears.