Minwei Jiang, gerente de una inmobiliaria china en Palma. | miquel angel canellas serra

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Minwei Jiang regenta la principal agencia inmobiliaria china de Mallorca, Huading. El trabajo ha aumentado en los últimos años y prevé que ese sea el camino. Eso se debe a que la segunda generación de chinos que se han criado, o nacido, en el Archipiélago ya tienen edad para emprender su futuro. Pasa dos cosas: que tienen mejores ideas gracias a las redes sociales y que ya no quieren dedicarse a lo que hacían sus padres.

«Cuando vino la primera generación, había un gran porcentaje de ellos que se dedicaron a la restauración y a la construcción. Esos fueron los que han dejado en herencia grandes locales que ahora ya están cerrando o trasladando», confiesa Minwei, que el último año ha realizado por lo menos 18 operaciones.

Dice que en estos tiempos que corren, «la gente joven china tiene otra mentalidad distinta, no quieren seguir el camino de sus padres. Un conocido abrirá un dentista en Mallorca y está buscando locales. Algunos chinos ya se ven trabajando en hospitales como Son Espases o montan gestorías. Todo va a cambiar, porque ya no se fijan en lo típico, sino en lo nuevo».

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Desde la inmobiliaria Huading son conscientes del auge que están teniendo los restaurantes y bares regentados por chinos, que son los que ocupan los locales «tradicionales» –el chino de toda la vida– porque, según dice, «hay una oleada de jubilaciones importantes que directamente cierran su negocio para siempre», informa Minwei, que además añade que hay una falta importante de mano de obra. En este sentido, confiesa que la mayoría de traspasos es de gente (china) que no puede seguir su negocio por tema de salud, de edad o por no encontrar personal adecuado. «Otra cosa importante es que cada vez habrá menos cocineros chinos tradicionales». Ahora las nuevas generaciones, como asegura Minewi, miran lo novedoso, lo diferente y, sobre todo, la imagen.

De los 18 traspasos o ventas que ha realizado en el último año, el 80 % se abre como negocio de restauración, y muchos de ellos son franquicias que traen comida exótica, muy popular de alguna región de China y con una presentación muy atractiva. El otro porcentaje son comercios de otros sectores.

Esto nos da una idea de que el mercado está evolucionado, y que los empresarios ven negocio en la restauración. El modus operandi que tienen los chinos más jóvenes es ver cómo funcionan un tipo de comida o de bar en una ciudad de la Península. Intentar traer el mismo contenido a la Isla. «Los chinos de ahora tienen una mentalidad muy europea, pero siguen siendo personas ahorrativas, y por eso casi siempre tienen dinero para invertir en negocios», dice.