La fachada de la franquicia de hot pot, ubicada en Palma. | Teresa Ayuga

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¿Recuerdan aquellos años en los que empezaban a salir los primeros restaurantes chinos en Mallorca, que no sabíamos qué era eso de rollito de primavera o el pollo agridulce?; que veíamos ese pan-patatilla con sabor a gamba como si fuera lo más revolucionario del mercado gastronómico o que al entrar a esos parecían estar en China?

Estos restaurantes van a desaparecer. De hecho, ya lo están haciendo porque el mercado asiático ahora mira a las franquicias «de más calidad y diferentes». En el último año, han abierto ocho franquicias de comida asiática, la mayoría en Palma, y todas ellas con productos diferentes y nuevos. Por ejemplo, el hot pot. ¿Qué es esto? Es una de las comidas exóticas de moda. Una olla caliente de caldo en el que el propio cliente va introduciendo los alimentos en crudo. Toda una experiencia que ha llegado a la Isla. Ahora eso de «¿cenamos en un chino?» se ha cambiado por «¿cenamos un hot pot?».

¿Alguna vez habríais pensado encontrar batidos de leche procedentes de Taiwán? Es una bebida que ha revolucionado las redes y en Palma ya hay tres franquicias. ¿Y si dijera que existe un japonés-coreano? También hay un local y se encuentra en Arxiduc Lluís Salvador, la futura calle más internacional: Aquí está el hot pot, el sushi-coreano, una tienda con comida rusa y, en las próximas semanas, abrirá una nueva franquicia de barbacoas coreanas. ¿A que no sabían que el 99% de los japoneses de Mallorca son regentados por chinos?.

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La invasión de franquicias asiáticas, regentadas por chinos, tiene varias explicaciones. La primera es que se han dado cuenta que hay mercado en la Isla potente de oferta gastronómica internacional que todavía no se ha dado a conocer. En segundo lugar, es sabido que los restaurantes chinos «de toda la vida» están desapareciendo.

De hecho, cada vez hay más traspasos de negocios o cierre de estos locales. Se calcula que en el último año ha habido, al menos 18 traspasos o venta. Tercero, porque la nueva generación china mallorquinizada ya no quiere dedicarse a lo que hacían sus padres cuando llegaron por primera vez a la Isla, que era principalmente trabajar para un restaurante tradicional o en la construcción. En cuarto lugar, porque «nuestra mentalidad es la de mirar al futuro, y por costumbre nos gusta ahorrar y tener nuestros propios negocios. Por eso somos emprendedores», dice Xinley Lin, de 28 años, que desde los 18 trabajó en una cadena de comida japonesa y ahora acaba de abrir su primer negocio, Hatsukokoro, que fusiona sushi con comida coreana.

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«Como cocinero de sushi, me di cuenta de que no había tantos restaurantes de calidad en Mallorca. Cuando viajo por España y Europa, pruebo sushi y no tiene nada que ver, el producto es mucho mejor», asegura este empresario. Xinley menciona que más del 90% de los japoneses en la Isla lo regentan chinos, como es su caso. Y tiene una explicación: «Los japoneses cocineros no conciben comprar alimentos de España, sino que, por tradición y por respeto al sushi, deben traer el producto de Japón. Algo que incrementa mucho el precio y no pueden competir con el mercado local.

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Por eso hay tan pocos restaurantes de sushi en la Isla, porque sus precios serían demasiado elevados. Los cocineros chinos que llevamos un local de estos compramos el producto, igual de fresco y de calidad, en España, con lo que los precios son más bajos y se adaptan a las necesidades del cliente».

Falta de empleo: más franquicia

«El aumento de las franquicias se debe, principalmente, a la falta de empleo y a la insuficiente formación de profesionales en ciertos sectores. Las franquicias ofrecen una estructura de trabajo con protocolos establecidos y una dinámica operativa más sencilla, lo que resulta atractivo tanto para los emprendedores como para los empleados», explica Tony Wang, empresario de una franquicia de hot pot, Lui's, y propietario de un restaurante de fusión asiática en Palmanova.

Lleva desde el 1996 en Mallorca y al poco tiempo ya abrió su primer negocio. Conoce a la perfección el sector gastronómica y asegura que en los últimos años ha observado que «las franquicias ofrecen una estructura de trabajo con protocolos establecidos y una dinámica operativa más sencilla, lo que resulta atractivo tanto para los emprendedores como para los empleados».

Mallorca, dice, sigue estando «por detrás» de ciudades como Madrid o Barcelona en cuanto a la oferta de variedad gastronómica, aunque la buena o mala noticia –según como se entienda este reportaje– es que las Islas han despertado y se están posicionando con rapidez para llegar al ritmo de otros territorios. «Todavía queda mucho por hacer, pero el futuro es prometedor», asegura Tony Wang.

La segunda generación china ha sido un factor clave para este crecimiento de restaurantes asiático y la entrada de franquicias, que no solo afecta a la restauración. Porque cada vez vemos más y más locales de artículos de marcas muy famosas en Asia. Por ejemplo, el hot pot es una comida muy popular que nació en Chongquing en concreto, pero cada región de China tiene su propia cocina.

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El presidente de la Asociación China de Balears (Achinib), Fang Ji, apunta que las franquicias que han llegado al Archipiélago son empresas con «más de mil locales por el mundo». Uno de los últimos en abrir fue una conocida cadena de Ramen que hoy lo tenemos emplazado en la carretera de Valldemossa.

«Hemos tenido decenas de consultas sobre inmuebles para invertir. Buscan que los residentes no tenga que ir a la Península para degustar comida exótica y diferente, sino que estén en casa», destaca. La mayoría de estos inversores son chinos, pero también hay negocios con socios españoles porque, según Fang Ji, «estos acuerdos facilitan mucho la inversión de las pymes».