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Xisco Cruz|MAÓ
Había dado la semana para tirar del carrete de la memoria, del álbum de gestas pretéritas. Los triunfos ante el Barça en Maó habían alimentado esa sensación añeja de que todo es posible en el Pavelló, al margen del rival que vista al otro lado. Tal vez por eso el equipo de Xavi Pascual mascullaba que Bintaufa es un infierno y se preparó para un partido laborioso, de mucha agitación. Pocas veces se ha visto a un Barcelona tan arremangado en defensa, tan intenso atrás, tan solvente. Desactivado el factor sorpresa, al Menorca sólo le quedó la raspa. Stojic, vamos. Y con eso no le alcanzó (61-75).

Fue un Barça de pico y pala, de mucho esfuerzo. Apenas concedió el inicio del primer cuarto, en el que los exteriores del Menorca danzaron desde el triple. Poco más. Cuando Xavi Pascual detuvo la cita, allá por el 15-9, el escenario varió radicalmente. Eley se movía entre un bosque de brazos en el poste, Barrett trazó una autopista y Navarro sacó el cartabón en ataque, algo que le concedió al Barcelona un segundo cuarto ejemplar. Andersen siempre acudía al auxilio de Fran Vázquez y los errores del ViveMenorca en ataque siempre resultaban contraataques de vértigo. Con un parcial de 0-15 el conjunto catalán salió disparado y el Menorca llegó muy magullado al descanso (26-42).

El espíritu del Pavelló asomó la cabeza con un 7-0 de inicio fruto del arrojo de Stojic y la determinación de Boisa. La grada se levantó y equipo volvió a creer, pero perdió un par de opciones en ataque que le dieron vida al Barça. Vázquez rescató un par de rebotes en ataque y Navarro hizo el resto. Lejos de notar el golpe, el grupo de Xavi Pascual salió reforzado del arreón isleño (38-59). Ricard Casas preparó alternativas "una defensa zonal, Ivanov de cuatro, Pooh ejerciendo de escolta...", pero los porcentajes seguían desplomándose (12/35 en tiros de dos). Así era muy difícil. Pero incansable, al Menorca todavía le quedaba munición para el arranque del último período. La fe de Stojic y unos buenos minutos de Ivanov y Boisa en defensa ayudaron a remar hasta el 52-63, algo que volvió a reactivar a la hinchada. Pero el Barça no era el de otras citas. En cualquier otra situación hubiera temblado, pero ayer tiró de catálogo. Un par de penetraciones galácticas de Navarro y la fibra de Fran Vázquez le permitieron manejarse en unos márgenes superiores a los diez puntos, y eso no le permitió al Menorca Bàsquet encontrar nunca la puerta abierta.