Gregorio Manzano, cabizbajo, ayer en Getafe.

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El Mallorca se ha metido en un lío enorme y ya se encuentra en zona de descenso a Segunda. La depresión en la que anda sumergido el equipo tuvo ayer su cúspide en Getafe al salir goleado por 4-1 en un encuentro marcado inicialmente por un error mayúsculo del árbitro Paradas Romero, que invitó al primer gol del Getafe inventándose un penalti y cosiendo posteriormente a tarjetas a los baleares. Pero sería un graso error adjudicar la debacle de ayer al mal colegiado andaluz.

El Mallorca trazó un buen plan. Arrancó jugando con criterio, pero se fue marchando del partido poco a poco, cayendo en los mismos errores de casi siempre y terminando desquiciado sobre el césped del Coliseum Alfonso Pérez.

Jugar a cero grados siempre es un factor a tener en cuenta. El equipo que más rápido venza al frío, más se asienta sobre el campo. El Mallorca arrancó con orden y este mismo orden se convirtió rápidamente en confianza. Apuntaba un dibujo coherente el once de Manzano y distribuía el balón y el juego con criterio. Incluso antes de este tratado de intenciones pudo adelantarse en el marcador. Aduriz, muy activo todo el partido, tuvo el gol en sus botas al rematar una falta botada por Arango. El jugador vasco, libre de marca en el segundo palo, envió la pelota al cuerpo de Pato. Ahí el factor suerte dio la espalda al cuadro local.

El partido discurría por unos cauces lógicos, es decir, el Getafe tenía más la iniciativa, pero chocaba de frente con el plan de Manzano, basado en la distribución del equipo de tal forma que no permitiera al rival encontrar espacios siderales entre líneas. Sin embargo, el Mallorca no anda nada acertado en defensa y si a esta circunstancia se añade la participación del árbitro, el resultado siempre suele ser el mismo: problemas. Un balón en profundidad hacia el borde del área fue suficiente para que Josemi y Lux se metieran en el típico lío del tuya-mía sin que ni uno ni otro acertase a despejar. Uche, que no es Cristiano Ronaldo, pero tampoco tonto, se lanzó en tromba dibujando un piscinazo casi perfecto en el que un árbitro malo, sin personalidad e inseguro, suele resolver de la manera más favorable, es decir, señalando penalti. Ni las protestas de los jugadores del Mallorca ni la cara de incredulidad de Lux hizo retroceder la inicial decisión del colegiado andaluz. Contra marcó y colocó el 1-0.