Vicenç Grande ha emprendido su última cruzada. Ha abandonado la presidencia del Mallorca, pero el máximo accionista de la SAD balear sigue ejerciendo su poder. Nada se mueve en el club sin la autorización de su propietario, que ha decidido romper con el pacto sellado en el bufete Buades. Grande ha cerrado definitivamente las puertas del club a Mateu Alemany y se mantiene firme en su intención de entregar la poltrona de la entidad a Joan Antoni Ramonell.
Veinticuatro horas antes de la convocatoria del consejo de administración en el que fue investido Joaquín García, representantes de Binipuntiró SLU "sociedad tenedora de las acciones del Mallorca que controla la familia Grande" y los tres administradores concursales acordaron en una larga reunión restablecer las negociaciones con Mateu Alemany. Había que convencerle a toda costa para que aceptara asumir de nuevo la dirección del club. Ramonell se había quedado fuera de la sucesión y Joaquín García asumiría de forma interina la presidente del Mallorca. Joan Font, abogado del Grup Drac en el concurso de acreedores voluntario en el que se encuentra inmerso el holding de Grande; Joan Buades y Luis Huertas "juristas del club" también estuvieron presentes en un cónclave cuyo principal acuerdo puede convertirse en papel mojado.
Pocos días después de su nombramiento, Joaquín García cumplió con su parte del trato. Contactó personalmente con Alemany y reclamó su auxilio. El ex presidente expuso sus condiciones y quedó emplazado a una nueva conversación que nunca se produjo. ¿Qué ocurrió?
Joaquín García informó a Vicenç Grande del contenido de sus gestiones con Mateu Alemany y le hizo saber que el regreso del abogado mallorquín erá posible, siempre y cuando el propietario renunciara al derecho político de sus títulos, lo que significaba perder cualquier control sobre la sociedad y sus nuevos órganos de gobierno. Grande se negó en rotundo e insistió en que Ramonell iba a ser nombrado presidente.
Se sucedieron días de presión sobre Grande. Algunos de sus colaboradores más próximos "incluido su hijo y antiguo consejero Víctor" intentaron persuadirle, pero todos los esfuerzos resultaron infrutuosos. Su apuesta por Ramonell era inalterable.
Socio del Real Madrid y sin experiencia alguna en el mundo del fútbol profesional, Joan Antoni Ramonell se deja querer y continúa firme en su idea de presidir el Real Mallorca a partir del próximo 30 de enero, fecha fijada para la Junta General de Accionistas.
Aparentemente, el nombramiento de Joan Antoni Ramonell está cantado, aunque podría surgir algún obstáculo. Evidentemente, si surge algún comprador, Joaquín García prolongaría su mandato hasta que se consumara el cambio de propiedad, aunque en el escenario actual se adivina un escaso interés por el Mallorca.
Hasta ahora y tras el pacto del bufete Buades, Jorge Saenz de Baranda, Salvador Fornés y Raimundo Zaforteza "los tres administradores concursales" se habían mantenido al margen del proceso de sucesión. «A nosotros se nos dijo que Alemany sería el nuevo presidente y no tenemos porque dudar», subraya uno de los administradores. Pero las cosas han cambiado. La administración es consciente de que Grande "de forma inexplicable" ha dado otro paso hacia atrás en el asunto de Alemany y ha brindado un pulso a los administradores. Y eso es meterse en terreno pantanoso.
El Mallorca no está concursado, pero si Binipuntiró SLU. Vicenç Grande mantiene el control del club, pero cualquier decisión de calado necesita el visto bueno de los administradores. Oficiosamente, el club está intervenido.
Durante los últimos días, los administradores han empezado a vigilar el proceso de sucesión y se han llevado más de una sorpresa. Las negociaciones con Alemany están en punto muerto y Ramonell se postula. «Si el club no se vende, yo seré presidente el día 30», asegura el ex alcalde el Montuïri en sus círculos más íntimos.
La decepción de los administradores es mayúscula y prevén medidas para intentar frenar el nombramiento de Joan Antoni Ramonell, a quien Grande ha prometido un sueldo anual superior a los 200.000 euros.
Ramonell, que es acreedor de Binipuntiró SLU, ha realizado durante los últimos años diversos negocios con Grande. Son viejos socios. «Todo lo que está sucediendo es inexplicable. La opción de Alemany genera unaminidad. todo el mundo está de acuerdo en que es lo mejor para el club, pero Grande ya no escucha a nadie», apunta uno de los colaboradores más directos del máximo accionista.
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