Juan Arango abraza a José Manuel Jurado, autor de dos de los tres goles que firmó el Mallorca ante el Valencia.

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Agazapado en un rincón del vestuario durante toda la primera vuelta. Condenado a las galeras. Desterrado a una banda o al banquillo durante un puñado de tardes, José Manuel Jurado se liberó ayer del corsé para protagonizar su mejor papel del curso y liderar la primera victoria del Real Mallorca tres meses después, su cuarto triunfo del campeonato, que le permite divisar el horizonte de la salvación (3-1).

El gaditano dio una exhibición en un primer tiempo para guardar en la hemeroteca. Fue el faro y guía de un Mallorca firme en todas sus líneas que redujo a migajas a un Valencia terrible. El '10' rojillo marcó dos goles y participó en el tercero, un penalti inexistente -la falta de Albiol fue fuera el área- que transformó Martí con templanza.

Compacto, disciplinado, con la defensa adelantada y ahogando la salida del balón de su rival, el grupo balear se apoyó en la magia de Jurado para delirio de la hinchada, que disfrutó de nuevo con su equipo tras once jornadas en la oscuridad.

La victoria nace del sentido común. Manzano situó a todo el mundo en su sitio. A cada jugador donde mejor rinde. Y todo resultó más sencillo. Scaloni jugó en el lateral derecho. Arango ocupó su ubicación natural en la banda izquierda con Varela en la diestra. Y Jurado se ubicó como enganche, con total libertad de movimientos, por detrás de Aduriz. Una apuesta por la lógica que al equipo le sentó de maravilla.

Porque el Mallorca se adueñó del balón desde el principio. Con Jurado al mando de todas las operaciones, el conjunto isleño dio sensación de equipo por primera vez en muchas semanas y no tardó demasiado en provocar el primer descosido en la debilitada zaga rival, con Maduro en la defensa y Marchena en el doble pivote... Fue en un balón que peleó Aduriz, un centro que despejó Albiol y un balón suelto que empalmó Varela. Guaita puso las manos blandas y Jurado picó con maestría en las narices del portero. El balón viajó a cámara lenta para dormir pegado al poste.

El gol premió la apuesta ofensiva de Manzano y castigó la indolencia del Valencia, un equipo muy previsible, incapaz de hilvanar fútbol, que acusó en exceso las ausencias de Joaquín y Villa, y que tardó 71 minutos en chutar a portería: en el gol.

El Mallorca fue un vendaval. Los disparos de Arango, las cabriolas de Jurado, la circulación de balón de Mario Suárez y Martí, los desmarques de Aduriz y la seguridad defensiva de Nunes monopolizaban todos los planos.

En una arrancada de Jurado, llegó el segundo tanto. El gaditano retrató a Albiol, que no tuvo más remedio que agarrarle cuando iba a encarar a Guaita. La falta se produjo fuera del área, pero Iturralde, por primera vez, benefició al Mallorca y señaló el punto de cal. Pep Lluís Martí asumió la responsabilidad y selló el 2-0. Con la grada todavía abrazándose y los visitantes discutiendo con Iturralde, llegó la puntilla. En una contra mortal, el balón le cayó a Jurado, que se coló hasta la cocina para fusilar con la zurda a Guaita, un manojo de nervios durante todo el primer acto, y rubricar su partidazo.

Tal fue la exhibición del primer tiempo, que la segunda parte sobró. Unai Emery le cambió la cara en el descanso al Valencia con las incursiones de Baraja, Vicente y Moretti, pero la vida siguió igual.

Incluso el dominio del Mallorca se acrecentó. Arango, Mario Suárez y Aduriz se estrellaron ante Guaita, que saneó su actuación en el segundo acto. La ocasión más clara fue de Jurado, que desperdició un mano a mano. Del posible 4-0 se pasó al 3-1 de Vicente, que aprovechó un barullo dentro del área y un pase de Silva para maquillar la derrota. Por unos instantes, el miedo recorrió Son Moix. Pero fue un espejismo. El Mallorca aguantó y festejó un triunfo a lo grande tres meses después.