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El mallorquinismo tiene un nuevo icono al que abrazarse. Se intuía durante el prólogo del campeonato, cuando lideró aquella primera victoria del proyecto frente al Numancia o cuando ayudó a que el equipo se levantara en Santander para acabar remontando una cita imposible. Pero faltaba algo. El técnico seguía sin encontrarle un lugar en el puzzle y por momentos su juego se hacía intermitente. Hasta que apareció el Valencia. Lo había advertido en Villarreal (fue el más destacado del grupo en una función plomiza) y lo corroboró cuando sus compañeros más lo necesitaban. José Manuel Jurado Marín (Sanlúcar de Barrameda, 1986) ha encendido la luz. El gaditano levantó la mano para ofrecerse a dirigir al equipo y en medio tiempo se llevó por delante a una de las escuadras más cualificadas de la Liga. Manzano y Son Moix ya han encontrado al líder que buscaban. En otras palabras, ha estallado la Juradomanía.

Al Zidane de Sanlúcar le va a costar olvidar la jornada del domingo. Hasta ese momento, almacenaba 69 actuaciones en Primera con tres camisetas distintas (Real Madrid, Atlético y Mallorca), pero nunca había concentrado tanto rendimiento en una única tarde de fútbol. En total, dos goles, varias ocasiones, un penalti provocado y un montón de jugadas para el recuerdo. Todo ello, adobado con una espectacular ovación procedente de la grada. Mejor, imposible.

El jugador, que conoce muy bien la pasarela mediática desde hace años, redondeaba ayer las horas más frenéticas de la temporada. Su móvil empezó a sonar en cuanto acabó el partido del domingo y ayer por la mañana seguía echando humo. Entrevistas en los principales programas deportivos del país, sesiones fotográficas y todo tipo de atenciones por parte de los aficionados le acompañaron durante la dulce resaca del lunes. Afortunadamente, nadie va a tener que explicarle cómo funciona este negocio y después de atender con una sonrisa todas las peticiones dirigía la mirada hacia el Betis y hacia el partido de mañana en el Ruiz de Lopera, al que probablemente acudirán algunos de sus familiares. Y mientras la mayoría debatía acerca de su posible concurso, él aprovechaba la ocasión para enviarle un mensaje a Manzano: «¿Descansar el miércoles? Yo lo que quiero es jugar otra vez. El día que no me apetezca hacerlo será porque tengo fiebre o algo parecido». La única pena es que juega en la Isla cedido por el Atlético de Madrid y que su contrato no contempla ninguna opción de compra.