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Pablo Porta Bussoms, el que fuera presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) de 1975 a 1984, falleció ayer en Barcelona, a los 86 años de edad, víctima de un cáncer. Fue un dirigente histórico al que el Real Mallorca debe agradecimiento eterno por haberle salvado de la desaparición en agosto de 1978.

Por si acaso los mandatarios bermellones actuales están demasiado atareados intentando taponar la vía de agua institucional, yo quiero agradecerle en estas sentidas líneas todo lo que hizo por el Mallorca y por el C.D. Consell gracias a mi intervención directa.

Por el Mallorca, porque fue a raíz de una invitación mía "veraneaba en el Hotel de Mar en Illetas con su mujer y su hija- que aceptó dar un paseo en el llaüt de Miguel Contestí y comer una paella en Cabo Blanco, a cuyos postres decidió dar permiso para que se pudieran inscribir las fichas de los jugadores y avalar las deudas millonarias que se tenían. Por el C.D. Consell, porque no sólo la Federación Española de Fútbol sufragó los gastos de la construcción del actual campo de fútbol, sino que hizo un alto en sus vacaciones de 1977 para venir personalmente a inaugurarlo. De bien nacidos, es ser agradecidos.

Pablo Porta, la bestia negra de mi admirado amigo José María García, ha sido todo un personaje. Licenciado en Derecho y abogado de formación, fue Campeón Universitario de Catalunya de los pesos medios como boxeador y presidente de la Federación Catalana de Boxeo antes de introducirse en el mundo del fútbol. Fue durante once años, de 1964 a 1975, presidente de la Federación Catalana de Fútbol y vicepresidente del RCD Espanyol antes de acceder a la presidencia de la RFEF como sucesor de José Luís Pérez Payá. Bajo su mandato federativo, España organizó el Mundial de Fútbol de 1982, en el que la selección española dirigida por José Emilio Santamaría no hizo un buen papel. Después del evento mundialista, Porta apostó por Miguel Muñoz como responsable del equipo nacional. En 1984, el Gobierno presidido por Felipe González tuvo que aprobar un Decreto, denominado «anti-Porta», por el cual un presidente no podía estar al frente de una federación más de dos mandatos. Así fue como Pablo Porta Bussoms tuvo que dejar la Federación Española de Fútbol. En compensación, la FIFA le nombró presidente de la Comisión Disciplinaria.