Aduriz, con el puño en alto, celebra el primer gol del Mallorca.

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El fútbol es cuestión de dinámica y el Mallorca está en la ola buena. El grupo de Manzano abrió la noche acostado en descenso y, noventa minutos más tarde, se fue a dormir con el mismo colchón de hace siete días -tres puntos- pero con media docena de enemigos por debajo y la permanencia en el horizonte. En un partido trabado, jugado bajo un ritmo cansino y ante un Atlético ramplón, el conjunto isleño se permitió el lujo de matar a su rival con su propia medicina. Con un contragolpe de manual en el último minuto que liquidó Castro a pase de Aduriz, que abrió la lata en el ecuador del primer acto (2-0).

El duelo amaneció con Jurado monopolizando todos los focos. El club optó por abonar al Atlético los 120.000 euros de la cláusula de penalización y el gaditano quiso agradecerle a Alemany ese esfuerzo económico encarando desde el primer minuto. Pese a su voluntad y ganas, el 10 del Mallorca no lució en exceso. En parte porque la noche se movió en latitudes más propias de los obreros que de los artistas. El juego subterráneo, el forcejeo y la lucha en el fango, valores donde el grupo bermellón también goleó a su rival, pesaron más que los regates o las cabriolas y el partido se convirtió en un tostón.

El Mallorca fue el ganador en todas las facetas de la entrega. Desde el primer al último minuto. No concedió apenas ocasiones claras a su rival -un disparo al larguero de Maxi fue su único peligro-, sujetó bien al dúo Agüero-Forlán -no se sabe si se ducharon tras el duelo- y dejaron inéditos a Simao y Maxi.

En el arranque, el equipo isleño se plantó con descaro en la cocina del Atlético. Scaloni y Ayoze confirmaron que el conjunto de Abel perdía agua por los laterales. Dos agujeros que acabaron por agrandarse cuando el técnico perdió a Antonio López a los diez minutos y a Heitinga al filo del descanso, tras un choque brutal con David Navarro que le envió al hospital.

El Atlético se suicidó con su planteamiento. Tiró la defensa varios metros por delante del portero y dejó arriba a sus cuatro magníficos. Un riesgo del que se aprovechó Aduriz en el ecuador del primer tiempo. Arango le envió un pase por alto que el donostiarra rentabilizó picando por encima de Leo Franco (min. 23) ante la mirada de Ujfalusi y de Heitinga, que habilitaba la posición de Aritz.

El gol no alteró nada. El Mallorca se pertrechó atrás y el Atlético se limitó a ver pasar el tiempo. Sin ritmo. Sin movimientos. Sin ganas. Un cabezazo de Agüero, que remató muy desviado desde el punto de penalti sin nadie que le estorbara, bajó el telón del primer acto.

Tras el descanso, un gol anulado a Arango por un fuera de juego inexistente, agitó a una grada dormida. Casi por inercia, el Mallorca le dejó el balón a un Atlético desenchufado del partido y con Sinama...¡de lateral derecho! Un desastre. Maxi despertó de su letargo para conectar un derechazo que hizo temblar el larguero en el minuto 56. Manzano vio las orejas al lobo y rellenó de plomo la sala de máquinas con la entrada de Mario Suárez. Pero la gente quería a Castro. Y El Chori acudió a su cita con el gol al culminar un contraataque de lujo que inició Cléber y le dio continuidad Aduriz. (min. 89). Una delicia. Lástima que no hubiera salido unos minutos antes...