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El Mallorca ya está donde quería. Después de incorporar al Atlético a su lista de víctimas y enlazar siete jornadas invictos, los de Manzano han encontrado un hueco entre la zona más frondosa de la clasificación. La escuadra isleña, que jornada a jornada se reafirma como una de las más cualificadas de esta segunda vuelta, sigue estando a tres puntos del foso, pero el paisaje que tiene ante sus ojos es muy diferente. Instalado en el duodécimo peldaño de la tabla (hay que retroceder varios meses para verlo tan arriba), el conjunto insular ya tiene bajo sus pies a ocho rivales, lo que le garantiza un pequeño colchón del que podría beneficiarse en su trayecto hacia la calma definitiva.

El hecho de cerrar la jornada obligó al Mallorca a pasar la tarde pendiente de la radio. El calendario había programado un domingo salpicado por los enfrentamientos directos y cualquier resultado podía provocar un corrimiento de tierras en la parte baja. Y así fue. El Osasuna fundía al Espanyol en el tiempo añadido, el Numancia cobraba vida a costa del Sporting y el Getafe se llenaba los pulmones después sorprender al Recreativo. Antes de que empezaran a cambiarse en el vestuario, los jugadores del Mallorca ya sabían que una derrota les mandaría de nuevo al extrarradio.

Lejos de acusar la presión, los baleares cogieron impulso. Sin exponer nada del otro mundo, el ejército de Manzano aprovechó las carencias defensivas del Atlético y empezó a adelantar rivales. Primero, con el octavo tanto de Aduriz en la Liga (el guipuzcoano está ya a un solo tanto de su mejor registro en el torneo) y después, con el golpe de gracia del Chori Castro. El uruguayo, probablemente el jugador que más ilusión genera ahora mismo en las gradas, sigue sin contar con la complicidad de Manzano, aunque tampoco le importa. Optimiza mejor que nadie los pocos minutos que le concede el técnico y se ha erigido en uno de sus mejores recursos ofensivos.

La Liga se detiene ahora para atender los compromisos de las selecciones nacionales y eso beneficiará a la candidatura isleña. La plantilla podrá relajar los músculos mientras disfruta de unas vistas privilegiadas, aunque cuando vuelva a la carga tendrá que arremangarse. Le tocará entonces visitar el infierno de San Mamés (5 de abril) para representar otra función cargada de dinamita. Afortunadamente, a sus compañeros de viaje también les espera un fin de semana de órdago. El Betis recibe al Numancia, el Espanyol se juega su última bala ante el Deportivo y el Racing visita El Molinón. Por no hablar de que el Getafe acude a Mestalla o de que el Recreativo se examina frente al Sevilla. La salvación se vende cara. Muy cara.