Turquía lleva días calentando un partido decisivo para sus intereses. Desde la derrota del sábado en el Santiago Bernabéu (1-0), cuando sintieron tener en sus manos a la campeona de Europa, tras conseguir frenar sus puntos fuertes, pero una acción a balón parado tiró por tierra todo su trabajo.
El patriotismo de los jugadores. La máxima entrega y lucha que caracteriza a Turquía, se multiplicará en un escenario como el Ali Semi Yen. Un estadio que no ha sido elegido al azar, en el que está asegurado el lleno y un ambiente infernal. Más presión que en otro estadio, el Olímpico Atatürk, donde entran más del doble (unos 70.000 espectadores), pero la pista de atletismo que separa al terreno de juego impresionaría menos a los españoles. Para Turquía ya no existe la desmoralización ni las molestias físicas. Su único pensamiento es ganar a España a toda costa porque cualquier resultado que no le den los tres puntos complicará su clasificación al Mundial.
Tienen cosas que cambiar. Su técnico, Fatih Terim, ha pedido un juego «más paciente» y ha anunciado «un equipo diferente». Introducirá cambios en la ofensiva alineación del partido del Bernabéu, en la que apostó por cuatro delanteros en el once inicial, aunque dos de ellos actuasen de centrocampistas ofensivos.
De las palabras de Terim, que ocultará la alineación hasta el último minuto, se interpreta que sacrificará a uno de sus delanteros -probablemente Semih- para que salga fresco en la segunda parte.
Felicitado por la valentía de su planteamiento en España, el seleccionador sacrifica uno de sus cuatro delanteros porque cuenta con que la propia presión de la grada sea el mejor artillero de Turquía y los aupe hasta el triunfo.
Aunque en frente estará un técnico como Vicente Del Bosque que conoce a la perfección todo lo que espera a España por su experiencia en el Besiktas. David Villa es la principal preocupación. Recién recuperado de su lesión de rodilla fue titular en el Bernabéu, donde se cortó su racha de seis encuentros consecutivos marcando. Jugar de inicio cuatro días después, piensa el seleccionador, sería demasiada exigencia para un jugador que llevaba parado tres semanas. Aumentaría, de paso, el enfado de Unai Emery.
Por eso, Del Bosque piensa en cambio de jugadores y principalmente de sistema. Porque si Villa sale del equipo la novedad será la entrada de un centrocampista más. El mayor defecto del encuentro del pasado sábado fue el continuo toque en corto en el centro, caer en la trampa de la presión turca a los jugadores creativos. Jugar con extremos es la solución y David Silva más Albert Riera se perfilan como novedades.
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