Se acabó. Tras casi un mes y medio de encuentros, conversaciones y ofrecimientos; después de muchas preguntas y alguna que otra respuesta, la venta del Mallorca continúa en el mismo punto, aunque ahora, además, empieza a correr el riesgo de enquistarse. Lejos de arrojar luz sobre el asunto, el 'día D' no hizo más que enredar una operación interminable y deteriorar las relaciones entre Mateu Alemany y Llorenç Serra Ferrer. El grupo de empresarios isleños que lidera el técnico se mantuvo firme en la postura de no alterar lo más mínimo la oferta inicial (3'5 millones) y tras anunciar su renuncia por medio de un comunicado, las dos partes se despidieron entre reproches y mucho fuego cruzado.
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Pese a que la acción debía dividirse en tres frentes, el grupo de Serra Ferrer absorbió casi todo el protagonismo de la jornada. Alemany, que había aparcado la propuesta del madrileño Carlos González para favorecer el desembarco isleño, acabó dando un paso atrás y rebajó sus pretensiones en 750.000 euros (de 5 a 4'25 millones). Sin embargo, los empresarios locales consideraron insuficiente el gesto del abogado y a media tarde decidieron abandonar definitivamente la idea de adquirir el paquete accionarial, al entender que no se habían respetado «las condiciones ofertadas y acordadas desde un principio». En una nota firmada por Gabriel Cerdà, la asociación expresaba su descontento y recordaba que «el club está por encima de los intereses personales», además de subrayar que su deseo partía de la idea de moldear en Son Moix «un proyecto ilusionante y viable».
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Alemany, que había convocado una rueda de prensa para exponer los últimos detalles del proceso, contraatacó después desde la tribuna de oradores del ONO Estadi. Al margen de apuntar que había desestimado ofertas muy poderosas («las tengo guardadas en mi archivo particular»), destacó que el comunicado emitido por los empresarios «supuestamente mallorquines» estaba «lleno de inexactitudes» y que «no se ajustaba a la realidad». En esa misma dirección, negó que no hubiera respetado las condiciones a las que hacía referencia la nota y se parapetó en su trayectoria como gestor de la entidad: «Me gustaría ver los documentos, pero si refieren a pactos verbales, que para mí son tan valiosos e importantes como los escritos, cada uno puede evaluar nuestras trayectorias, nuestro currículum y nuestro prestigio antes de decidir a quién cree».
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El actual propietario del Mallorca también fue muy duro al recordar que el grupo de empresarios no había mostrado todas sus cartas. «Se han negado a decir quienes eran», argumentaba. «Nadie les conoce. Yo daba por sentado que eran serios y mallorquines, aunque esto último no es suficiente para hacerse con el club. ¿Subasta? No sé a qué se refieren, pero fueron ellos, y no el Mallorca, los que sacaron a la luz su interés por hacerse con las acciones. Si fuera una cuestión de dinero, habría vendido el club hace días a un grupo extranjero», matizaba contrariado el abogado andritxol.
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Alemany, que dejó muchas puertas abiertas tras su intervención, insistió en que su propósito sigue siendo dejar la entidad en manos isleñas, aunque echó la vista atrás para señalar que «el club ha disfrutado de casi todos sus éxitos bajo una propiedad no mallorquina» antes de alargar su enfado: «Lo que me extraña es que estuvieran dispuestos a hacer un proyecto ilusionante y que renuncien a la operación por 750.000 euros. Me parece muy complicado de entender».
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