Víctor Valdés y David de Gea bromean durante un entrenamiento de la selección española. | Ballesteros

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La selección española busca en Saint Denis un triunfo que le saque de la encrucijada, en su irregular camino al Mundial 2014 en el que tras dos empates consecutivos de local -Francia y Finlandia-, acude a París obligado a derrotar al líder del grupo para arrebatarle el puesto y esquivar una repesca deshonrosa para el vigente campeón del mundo.

Dos fallos puntuales de relajación tienen a España en las cuerdas. Nunca un campeón del mundo no tuvo la oportunidad de defender corona y la repesca aparece como mal menor de trasfondo, pero la Roja no quiere manchar su imagen y con tintes de final, afronta una visita a Francia donde quiere demostrar quien es el dominador del mundo en los cinco últimos años.

Dos Eurocopas consecutivas y un Mundial son su carta de presentación. La confianza y admiración de todos se la ha ganado a pulso, pero en el deporte no se vive del pasado y España debe poner punto y final a momentos en los que hubo exceso de confianza. Pasó en el Vicente Calderón, ante Francia, cuando en el minuto 94 un saque de esquina a favor acabó con dos graves errores que significaron el tanto del empate de Giroud. Se repitió con Finlandia, cuando tras abrir la lata España se relajó y fue castigada por un rival que ni había pasado el centro del campo.

Así llega una final temprana en Saint Denis. Sin Casillas en portería ni Jordi Alba en el lateral izquierdo, ambos lesionados. Sin David Silva sancionado. Pero con sustitutos de garantía y el regreso al equipo de dos jugadores que implantan un estilo. Xavi Hernández y Xabi Alonso recuperan el mando.

Piensa Del Bosque en la opción de Nacho Monreal como lateral izquierdo y la velocidad de Pedro como solución ofensiva. Parece inamovible su apuesta por el sistema que le condujo al éxito, jugando con falso nueve, y Cesc Fábregas lucha con David Villa por un puesto. Tiene más ventaja el primero tras convertirse en indiscutible.

Muchos cambios

Con cuatro cambios en el equipo titular llegará la Roja a un estadio en el que en su última visita se exhibió. Un 0-2 que confirmó el paseo, la exhibición máxima de un estilo al que ahora se agarra como firme argumento ante la crítica. En el grupo no hay dudas y sobran ganas de volver a demostrar quienes son. Que en el ambiente se escuche la expresión 'fin de una época' causa al vestuario estupor. Al duelo por liderar el grupo y dar un paso casi definitivo al Mundial 2014, llega Francia con la moral recobrada y con la confianza de ser el primero tras haber conseguido pleno de victorias y un valioso empate en Madrid. Los de Deschamps tienen todas las cartas en su mano, pero son conscientes de que enfrente está «el mejor equipo del mundo».

Con frecuencia, el técnico y los jugadores han puesto como ejemplo la eliminatoria de octavos de final de la Liga de Campeones entre Barcelona y Milán. Los italianos afrontaban con ventaja el partido de vuelta, pero el Barça, que aporta la mayor parte de los internacionales a España y el estilo de juego, dio la vuelta a la situación en el Camp Nou. «No vamos a caer en el exceso de euforia», afirma Deschamps. Un enfoque que, necesariamente, pasa por contrarrestar el juego ofensivo de España, según el seleccionador, sabedor que será muy difícil disputarles la posesión del balón a una selección española que ha hecho de eso su santo y seña.

Varane, que debutó el viernes frente a Georgia, se mantendrá en el banquillo. Todo indica que Deschamps volverá a confiar en su equipo de gala, tras haber introducido algunas variantes para el último encuentro. Eso incluye a Benzema, pese a que el atacante acumula ya 929 minutos sin marcar y se ha ganado la animadversión de una parte del público. Deschamps le renueva, una y otra vez, su confianza, sabedor de que a Francia le hacen falta delanteros de su calidad para una final.