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La hoja de servicios de Alba Torrens va mucho más allá de las recientes conquistas que le han llevado a ser una de las referencias del baloncesto femenino mundial. La alero natural de Binissalem, con apenas 23 años, acumula un dilatado palmarés desde las categorías de formación que invitaba a apostar por ella como un valor potente. Y el paso del tiempo ha dado la razón a la jugadora formada en el bàsquet Inca y Sant Josep, que hace una década decidió aprovechar la oportunidad que le brindaba el Segle XXI, una histórica factoría de jugadores.

Desde ese punto, Torrens no ha hecho otra cosa que amontonar medallas y logros que han culminado con el título continental de selecciones. Sólo una medalla olímpica falta en la hoja de servicios de una estrella que mira con ilusión hacia los Juegos de Río 2016 y no cierra la puerta a cruzar el charco para probar en la WNBA. Drafteada por los Connecticut Sun, su cotización en el mercado europeo se ha disparado de nuevo tras un año en la sombra.

Una grave lesión de rodilla le obligó a pasar doce meses fuera de las pistas. Un regreso paulatino y la fe en sus posibilidades hallaron recompensa en su aventura turca (milita actualmente en el Galatasaray, pero pretendientes no le faltan en otras ligas fuertes como la rusa). El oro de Francia le ha hecho olvidar una larga travesía con final feliz.

Inicios

Alba saltó a la escena pública cuando se proclamaba doble campeona de Europa cadete (2004 y 2005). Después llegó el oro júnior (2006) y, con apenas 18 años, la llamada de Evaristo Pérez para debutar con la selección absoluta. Ni más ni menos que en unos Juegos Olímpicos (Pekín 2008) y con un diploma (quintas). Desde ahí, ya nadie fue capaz de arrebatar el lugar que le corresponde a la binissalemera, que un año después estrenaba su valiosa colección de preseas en la élite.

El bronce en el Europeo de 2009 halló continuidad en el histórico tercer puesto en el Campeonato del Mundo de 2010. Su llegada al Perfumerías Avenida abrió una etapa dorada. Se resitió la Copa, pero los demás títulos cayeron en sus manos y con el equipo salmantino llegó otro hito. La conquista de la Euroliga 2010/11 y el cartel de MVP de la Final Four. Eso le llevó a ser elegida por FIBA como mejor jugadora del continente en 2011.

Desde ese momento, el golpe del Europeo de ese año y la lesión y su llegada al Galatasaray turco -con el que ganó la Copa el día de su vuelta a las pistas- prepararon el terreno ante una nueva medalla de oro. La que corona a Alba y sus compañeras como reinas de Europa y devuelve la sonrisa a Torrens.