José Luis Abós, en su época al frente del Bàsquet Inca. | Teresa Ayuga

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El que fuera entrenador del CAI Zaragoza José Luis Abós, fallecido el pasado lunes víctima de un cáncer, se ha despedido hoy en una carta leída por su mujer en la que finalizó diciendo que le daba «gracias a la vida» porque lo había tenido «todo».

Al final del funeral que ha tenido lugar hoy en el Altar Mayor de la Basílica de El Pilar de Zaragoza, su esposa, Eva, leyó una carta de despedida que el técnico dejó cuando ya era consciente de que no iba a poder ganarle el pulso a la enfermedad.

En ella explicaba que en ningún momento quiso alarmar a nadie acerca de su estado de salud y que, por eso, estaba seguro de que a muchas personas les habrá sorprendido el inesperado desenlace de su enfermedad.

«Aún sabiendo que la operación no fue lo bien que hubiéramos deseado siempre fui optimista pensando que podría haber una solución alternativa; todo ha sido mucho peor y más rápido de lo que hubiéramos podido sospechar», decía.

Abós mandaba «un gran abrazo, uno a uno» a todos los que le habían animado con sus mensajes de apoyo cuando se dio a conocer su enfermedad.

«Por ese motivo os agradezco a todos las muestras de cariño y ánimo que me habéis mandado por cualquier medio y que me han servido para animarme, no sabéis de qué manera. Es muy reconfortante sentirse tan querido y respaldado por tanta gente, lo cual significa que algo hemos hecho bien en esta vida», indicaba.

Igualmente explicaba que había peleado mucho tiempo por ser entrenador y por poder llegar a ACB y que, al final, lo consiguió pero no sin mucho esfuerzo previo.

«Saber que en este camino he ido acumulado tantos amigos y tanta gente que me aprecia ha sido muy reconfortante en estos momentos difíciles», indicaba.

Abós, por medio de su esposa, explicaba que sentía que se iba «demasiado pronto», que le quedaban muchas cosas por hacer pero que también se iba con las alegrías que le había dado la vida, «que han sido muchas».

«En lo personal he tenido la suerte de tener a mi lado una mujer maravillosa. Eva, mi amor. Y unos hijos fabulosos a los que adoro y de los que me siento muy orgulloso, Javier y Paloma», destacaba.

En lo profesional indicaba que había podido dedicarse a lo que había sido su sueño: «EL BALONCESTO».

«He podido entrenar en el equipo de mi corazón. El CAI. Y he vivido los mejores momentos de mi vida en el Príncipe Felipe. Me he sentido querido allí y el calor que me dio su afición me acompañara allá donde vaya», apuntaba.

También añadía: «cuando pensaba que la vida de los demás seguía mientras yo tenía que apartarme y que poco a poco me olvidarían, me llenó de felicidad y de emoción el día de la presentación ver la ovación, las pancartas, las camisetas de ánimo. Me emocioné como no lo he hecho en la vida».

El técnico indicaba que se va «con el corazón lleno de ese sentimiento» y lleno de agradecimiento a todos los que estaban ese día en el Príncipe Felipe, así como a los no pudieron estar pero también se sentían así.

«Gracias a mi CAI por tanta felicidad y gracias al Felipe, donde estará mi corazón para apoyar a mi equipo», expresaba.

El preparador reseñaba que le gustaría poder dar las gracias «a todos, uno a uno», pero que esperaba que todos supieran que este agradecimiento genérico era para cada uno de ellos.