El portero de la selección española de balonmano, Arpad Sterbik, tras encajar un gol. | Reuters

TW
6

Alemania 24 - 17 España

Alemania: Wolff; Reichmann (3), Wiede (-), Pekeler (2), Lemke (-), Fath (3) y Dahmke (4) -equipo inicial- Lichtlein (ps), Sellin (1p), Strobel (1), Schmidt (1), Hafner (7), Kuhn (1), Ernst (-), Pieczkowski (-) y Kohlbacher (1)

España: Sterbik; Víctor Tomás (4, 3p), Maqueda (-), Raúl Entrerríos (5), Antonio García (2), Rivera (1p) y Aginagalde (-) -equipo inicial- Pérez de Vargas (ps), Gurbindo (-), Ugalde (1), Cañellas (1), Morros (-), Baena (-), Guardiola (-), Del Arco (-) y Dujshebaev (3)

Marcador cada cinco minutos: 1-0, 5-1, 7-2, 8-4, 8-5 y 10-6 (Descanso) 12-7, 14-8, 16-9, 18-12, 22-14 y 24-17 (Final)

Árbitros: Gjeding y Hansen (DEN). Excluyeron por dos minutos a Schmidt (2), Kuhn, Kohlbacher, Pekeler (2), Sellin y Lemke por Alemania; y a Guardiola (2), Morros y Raúl Entrerríos por España.

La selección española de balonmano volvió a quedarse a las puertas del título continental, tras perder este domingo por 24-17 ante Alemania en una final del Europeo de Polonia en la que España nunca tuvo la menor opción.

Los tremendos problemas ofensivos del conjunto español, que tan sólo pudo anotar seis goles en la primera parte, condenaron a los de Manolo Cadenas que se une a las encajadas en la finales de 1996 ante Rusia, 1998 ante Suecia y 2006 ante Francia.

Una derrota que obligará a España a tener que sellar su billete olímpico el próximo mes de abril en durísimo preolímpico en el que los «hispanos» se medirán con Eslovenia, Suecia e Irán.

Un mal menor ante la desolación de un conjunto español, que tras no faltar a su cita con las semifinales, con la excepción de los Juegos Olímpicos de Londres, desde el año 2011 en ninguna gran cita internacional, soñaba con colgarse en Cracovia su primer oro continental.

Final que siempre quedará asociada en la memoria del balonmano español a la figura del joven cancerbero alemán Andreas Wolff, que con su casi cincuenta por ciento de paradas, representó mejor que nada la impotencia ofensiva del equipo español.

Como ya es habitual en este campeonato al conjunto español le costó horrores encontrar el camino en ataque, empeñado de inicio como estuvo en tratar de superar la fornida defensa 6-0 de Alemania con lanzamientos lejanos que se estrellaron una y otra vez contra los larguísimos brazos de los jugadores germanos.

De hecho, España no pudo anotar su primer gol hasta ya superados los primeros seis minutos de juego, una circunstancia que no desaprovechó Alemania para dar, de la mano de un inspirado Kai Hafner, un primer estirón (4-1) en el marcador.

Un peligroso resultado que obligó a pedir con urgencia un tiempo muerto al seleccionador Manolo Cadenas, temeroso de que la final se acabase para el equipo español antes casi de haber comenzado.

Pero ni las palabras, ni los relevos en el equipo español sirvieron para dotar de claridad al juego ofensivo de unos «hispanos», que las pocas veces que lograron superar a la defensa germana se toparon con un gran Andreas Wolff bajo palos.

Una dinámica negativa que España no logró ni, tan siquiera, romper con las continuas exclusiones con las que fue castigado el equipo alemán, que comenzó a confundir la agresividad con una innecesaria dureza.

Pero el novato pareció siempre el equipo español y no la jovencísima escuadra alemana, empecinado en desaprovechar una y otra superioridad numérica con ataques cada vez más y más confusos, que descolgaron a España en el marcador (8-4).

Sólo la ligera mejoría defensiva y, sobre todo, las intervenciones de Arpad Sterbik, que cerró el primer tiempo con un 44 por ciento de paradas, evitaron el desplome definitivo de un irreconocible conjunto español.

Una auténtica sombra de sí mismo, como atestiguan los tan sólo seis tantos (10-6) con los que los de Manolo Cadenas llegaron a un descanso, más necesario que nunca, para unos «hispanos» incapaces de hallar su sitio en la final.

Receso que, para desgracia del equipo español, no sirvió para aclarar la ideas ofensiva del conjunto, que empeñado en estrellarse con sus imprecisos lanzamientos con el guardameta Wolff pronto se encontró (12-6) con su máxima desventaja en el tanteador.

Un Andreas Wolff que pasara a engrosar desde hoy la galería de bestias negras del balonmano español con sus continuas paradas, que acabaron por desquiciar a un equipo español, incapaz de encontrar un resquicio por el que batir al cancerbero germano.

Todo lo contrario que Alemania, que encontró otra vez en el lateral Kai Hafner, el héroe de las semifinales, el camino para superar con facilidad la defensa de una selección española, que afrontó los últimos siete minutos de juego (21-13) sin ninguna opción ya en el marcador.

Un tiempo de celebración para un jovencísimo equipo alemán, que se proclamó merecido campeón de un Europeo, en el que los del islandés no han dejado de crecer desde que cayeran (32-29) en la primera jornada del torneo, precisamente ante el equipo español.