Infantino, que ya había encabezado la primera votación con 88 votos (3 más que el jeque Salman bin Ebrahim Al Khalifa) se impuso en la segunda ronda al Khaifa (88 votos), al Príncipe Alí bin Al Hussein (4) y al francés Jerome Champagne, sin apoyos.
El candidato que presentó la UEFA se convierte en el noveno presidente de la institución y en el sucesor de Blatter, tan sólo nueve meses después de que éste obtuviese su quinta reelección.
La elección, casi seis horas después de que el Congreso aprobase «de forma íntegra» los cambios propuestos por el Comité de Reformas, impone al nuevo presidente la tarea de liderar la renovación de una institución que necesita de forma urgente limpiar su imagen para evitar la fuga de patrocinadores.
De la importancia de una votación que se preveía incierta hasta el final hablaron los movimientos que hicieron los candidatos favoritos hasta el último minuto.
Si la víspera tanto Al Khalifa como Infantino salieron «de gira» por las reuniones de todas las confederaciones para convencer a los indecisos, en la mañana de la elección no se quiso dejar nada al azar.
En previsión de manifestaciones de grupos de derechos humanos, que han denunciado la presencia de el jeque Salman en el comité que identificó a 15 deportistas participantes en las manifestaciones de 2011, un reducido número de «aficionados» con pancartas perfectamente compuestas con la misma foto del candidato árabe, lanzaron mensajes a favor del bareiní, en los instantes previos.
A estos los reemplazó, posteriormente, un grupúsculo de poco menos de una decena de opositores al régimen bareiní que exhibieron pancartas con las fotos de los torturados,, mientras gritaban: «Salman, dictador».
Luego, durante el Congreso, la decisión de quitarle el voto a Kuwait e Indonesia, dos federaciones asiáticas suspendidas por injerencias gubernamentales, -que supuestamente debían apoyar a Al Khalifa-, provocó la protesta de Jordania y Emiratos árabes que pidieron, sin éxito, que se votase esa inhabilitación.
No era una cuestión menor, porque reducía a 104 votos la mayoría simple con la que uno de los candidatos debía imponerse en la última ronda.
Durante el turno de alocución de los candidatos, no hubo sorpresas con el Príncipe Alí y Jerome Champagne, que no variaron el discurso expuesto durante su campaña.
Al Khalifa atacó directamente a su máximo rival, Infantino, a quien sin nombrar le acusó de prometer imposibles dada la situación financiera de la FIFA. «No voy a hipotecar la FIFA para conseguir votos», dijo.
En su respuesta, Infantino exhibió su facilidad para los idiomas, con un mensaje que comenzó en italiano -«la lengua en la que mis padres me inculcaron valores», dijo-, y fue cambiando al alemán, francés, español, inglés, incluso, un poco de portugués.
Infantino quiso llegar a cada confederación dirigiéndose a ellas en su idioma predominante. Y también respondió a El Khalifa. «Durante mis siete años en la UEFA, se triplicaron los ingresos de la UEFA, cuando hablo de cifras, creánme. Si la FIFA genera 5000 millones ¿por qué no se pueden distribuir 1200 millones?».
El foco de atención, sin embargo, se lo robó el sudafricano Tokyo Sexwale, el candidato al que no apoyaba ni la Confederación Africana, que tras decir que no se retiraba «porque un soldado muere con las botas puestas», consumió 13 minutos de alocución explicando su programa, antes de anunciar que no concurriría a la elección.
«Si gana Gianni hago una fiesta, si es el jeque Salman, hago fiesta. Si lo hace Jerome Champagne o lo hace el príncipe Alí también hago fiesta. Es lo que decía Neymar el otro día ¿no?», aseguró provocando las risas del Congreso.
El resto de candidatos se mantuvo tras la primera elección, que prácticamente descartó a Champagne (7 votos) y al Príncipe Alí (27). Infantino se rearmó de moral al quedar primero con 88 votos, 3 más que Al Khalifa, que llegó como favorito a la jornada final.
Y, en el juego de pactos, Infantino logró los adeptos que necesitaba para superar con holgura la mayoría simple. Mientras, el jeque no aumentó más que tres votos sus expectativas, Infantino cosechó un total de 27 más.
Su llegada a la presidencia de la FIFA, con 45 años, hace que respire el fútbol europeo, que temía un cambio de eje ante la emergencia asiática y le sienta bien a Sudamérica, que apostó en bloque por el candidato suizo, pese a las dudas finales de alguna federación.
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