El centrocampista del Atlético de Madrid, Saúl Ñíguez felicita a su compañero, el guardameta esloveno Jan Oblak. | Kiko Huesca

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Atlético de Madrid 0-0 Bayer Leverkusen

Atlético de Madrid: Oblak; Vrsaljko, Giménez, Godín, Lucas; Koke, Thomas, Saúl, Carrasco (Savic, m. 70); Griezmann y Correa (Gaitán, m. 65).

Bayer Leverkusen: Leno; Hilbert, Jedvaj, Dragovic, Wendell; Baumgartlinger, Kampl; Bellarabi, Volland (Aranguiz, m. 87), Brandt (Bailey, m. 80); y 'Chicharito' (Mehmedi, m. 81).

Árbitro: Sergei Karasev (Rusia). Amonestó a los locales Giménez (m. 65) y Saúl (m. 89) y a los visitantes Jedvaj (m. 63) y Baumgartlinger (m. 69).

Incidencias: partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones, disputado en el estadio Vicente Calderón ante unos 55.000 espectadores. Lleno.

El Atlético de Madrid completó su acceso a los cuartos de final de la Liga de Campeones con un 0-0 con el Bayer Leverkusen, con tres paradas seguidas y asombrosas para el recuerdo del esloveno Jan Oblak y con un partido a medio gas del equipo rojiblanco, entre los ocho mejores de Europa por cuarto año seguido.

El Atlético nunca sufrió por la clasificación, después del 2-4 del encuentro de ida en Alemania, pero tampoco se sintió ni cómodo ni ganador del choque de vuelta, equilibrado, con oportunidades en ambas porterías y sin riesgos reales para su billete a la siguiente ronda, en la que ya espera rival en el sorteo del próximo viernes.

Cumplió el trámite. Desde el principio no paró de gesticular, de moverse, inquieto, el argentino Diego Simeone toda la primera media hora ante un choque impreciso, sin control, ni del Atlético ni de su rival, un partido tan agitado por momentos, como el propio técnico, y un duelo de esos que no le gustan a los entrenadores, menos aún cuando la ventaja es tan buena de la ida.

Porque el encuentro de vuelta partió de un 2-4 en Alemania. Un condicionante indudable para el envite final en el Vicente Calderón, por el efecto que supone, a veces inconsciente, en los equipos. Para el local, porque manda, es el favorito y le vale con lo que tiene; para el visitante, porque no tiene nada o muy poco que perder.

Desde ahí surgió un partido raro. Si la eliminatoria mostraba muchas certezas para el Atlético, el duelo de vuelta admitía alguna discusión, sobre todo al inicio, aunque sólo fuera una circunstancia más de un clasificación a cuartos que ya era rojiblanca desde la ida y que lo siguió siendo este miércoles en el encuentro de vuelta.

Pero, antes, en la primera media hora, tanto pudo marcar uno como otro, tanto pudo cerrarse como abrirse la eliminatoria. Lo segundo lo intentó unas cuantas veces el Bayer Leverkusen, primero con un tiro cruzado de Kevin Volland y después con un remate alto del mexicano Chicharito Hernández. Entonces, no exigieron una parada de Jan Oblak, aunque sí una intervención providencial de José Giménez.

En todo ese tramo no estuvo cómodo el Atlético. No había llevado al partido a ese lugar en el que sentirse mejor que su adversario ni se había impuesto a su adversario ni por fútbol ni por ocasiones hasta allá por el minuto 37, ya con un movimiento de fichas en el centro del campo -Koke al medio y Saúl a la banda-, cuando tuvo dos oportunidades: la primera del argentino Ángel Correa, fuera, tras una pared con Griezmann; la segunda de Koke, salvada por Bernd Leno.

Fue la mejor parada, la única realmente de verdad, de los 45 minutos que duró la primera parte, similar a la segunda, dentro de los mismos parámetros y de la sensación de que el 2-4 era un muro insuperable para el Bayer Leverkusen y una garantía para el Atlético, como lo fue hoy atrás Diego Godín ante el ataque alemán.

En el área del Leverkusen hubo alguna ocasión, un doble regate y un tiro de Correa y una vaselina de Griezmann, a la que le sobraron milímetros. En la del Atlético también, sobre todo una, triple, que, de no ser por el portero Jan Oblak habría supuesto el 0-1 en contra en el minuto 67 del duelo.

El guardameta fue increíble entonces, con tres paradas inconmensurables, seguidas, con reflejos, todas dentro del área. Primero a Brandt y después dos veces a Volland. El cuarto tiro fue de Chicharito, cruzado y fuera. Impresionante. Todo el estadio se levantó ante tal acción de uno de los mejores porteros del mundo, al rescate del error que había cometido en esa jugada José Giménez.

Desde esa intervención superlativa, y alguna más después, mantuvo el 0-0 el Atlético, una vez más entre los ocho mejores de Europa. Por cuarta vez consecutiva en la era Simeone. En estos últimos cuatro años, solo cuatro equipos han estado presentes en esa ronda ininterrumpidamente: Barcelona, Real Madrid, Bayern... Y Atlético.