Onofre Oliver posa con un puñado de medallas. | Fernando Fernández

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El ciclismo tras moto fue uno de los mayores espectáculos deportivos que recuerdan todavía algunas generaciones en Mallorca. Fuente de grandes éxitos, como los seis títulos mundiales del legendario Guillem Timoner, los motoristas, los pilotos de esas motos Stayer que marcaban un ritmo frenético son artífices también y testigos directos de esas gestas.

Semanas atrás, el ciclismo despedía a uno de sus referente en esa parcela, Toni Mora. Uno de los pocos protagonistas de la edad dorada es Onofre Oliver Lladó (Campos, 1935). Quien empezara como corredor en la década de los 50, fue el encargado de entrenar a Timoner tras moto comercial en Campos en vistas a preparar sus participaciones en los Mundiales. «Le entrenaba y pilotaba en las revanchas del Mundial en Campos, Tirador, San Sebastián o Madrid. Le preparaba para los esprints», recuerda Oliver, que tiene a sus espaldas siete participaciones mundialistas pilotando a amateurs, aunque entrenaba con profesionales.

Oliver, sobre la Stayer, en plena competición.

Miquel Mas —campeón mundial—, el citado Timoner, Bordoy, Sagrera, Escalas, Cerdà o Perelló fueron otros de sus compañeros en unos años «en los que el ciclismo en pista era un espectáculo. La gente se ponía de pie viéndonos», recuerda emocionado. Oliver ha vivido pruebas de Seis Días, Mundiales amateurs, Campeonatos de España, de Balears... Y rememora con pena etapas pretéritas y el mal estado y abandono de velódromos como Campos o Algaida. «Es una pena, son historia del ciclismo, del deporte. Cuando veo el de Campos, me dan ganas de llorar», añade Onofre, para quien el ciclismo «ha sido y es mi vida».