La boxeadora mallorquina Farah El Bousairi. | Teresa Ayuga

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El boxeo femenino balear se halla ante un nuevo hito. Uno de sus más firmes valores de futuro va camino de dar el salto al profesionalismo y sentar un precedente en los cuadriláteros de las islas. Todos la señalan como una de las púgiles con mayor proyección del país, el primero su entrenador, el carismático David Quiñonero. Pero Farah El Bousairi (Tetuán, 1994) exhibe una humildad que, junto a la potente pegada y el físico que ha logrado pulir, puede llevarla a lograr sus ambiciosos objetivos.
Con un balance de 21-3 en el campo amateur, medallista en los Campeonatos de España y con experiencia en eventos de nivel como el Boxam, la boxeadora del Motorcity cuenta los días para estrenarse como profesional, un paso que dará la mallorquina junto a Quiñonero y con la asesoría de Néstor Domínguez. En noviembre, en una velada que se celebraría en el Trui Teatre, llegaría el momento de Farah. El de convertirse en la primera boxeadora de las islas que da el salto al profesionalismo, algo que «impresiona, pero no me asusta. Me veo capacitada para pelear con las demás chicas. Ha sido una decisión meditada y no hay marcha atrás», afirma la púgil, hacia quien se deshace en elogios David Quiñonero.
«Su estilo es profesional, su tipo de combate muy técnico, es agresiva en acción. Pero lo que más destacaría es su fortaleza física, su resistencia, potencia, velocidad… y cómo pega», explica maravillado por los progresos de Farah el que fuera uno de los referentes del boxeo balear y español hasta hace unos años. «Si trabaja como lo viene haciendo, llegará lejos», advierte Quiñonero de su pupila, quien ha encontrado en la experiencia de David «una buena guía, pues sabe lo que supone y me ayuda a asimilar lo que viene, además de prepararme a conciencia».

INICIOS
Farah El Bousairi compagina su vida laboral con el boxeo, y no le supone «ningún problema. Me gusta mi deporte y soy consciente de que hay que hacer sacrificios para conseguir tu sueño». Su sencillez contrasta con la conexión que ha generado con los aficionados y demás púgiles, pues normalmente entrena con chicos. Fue con su tío, propietario de un gimnasio en Marruecos, donde empezó su idilio con los guantes. En Mallorca ha pulido un físico y una técnica que prometen, y ahora le espera el mundo profesional (52 kilos). «Solo pienso en boxear y pelear por títulos», añade Farah, que de aquí a noviembre va a «entrenar a tope. «Hay que aprovechar la oportunidad», sentencia.