Becky Lynch hizo historia al proclamarse doble campeona. | Twitter

TW
0

WrestleMania, el mayor evento del calendario de la WWE, llegó a su 35 edición en el MetLife Stadium de Nueva Jersey, Nueva York, por todo lo alto en una velada en la que los títulos más importantes cambiaron de manos y en la que la espectacularidad de los combates y la emoción no hicieron echar en falta al inmortal Undertaker.

La mejor noche de wrestling que se puede ver tuvo de todo. Para empezar Seth Rollins se hizo con el Campeonato Universal después reponerse a que Brock Lesnar lanzara su cuerpo contra todo, o casi todo, antes incluso de que sonara la campana. La primera mesa de comentaristas duró más bien poco, pero aún mermado el de Davenport (Iowa) acabó imponiéndose y colgándose el primer preciado cinturón de la noche.

Kofi Kingston fue otro nombre propio de peso, al derrotar tras una titánica lucha a Daniel Bryan. El estadounidense de origen ghanés fue uno de los más apoyados por los casi 83.000 espectadores que vieron el evento desde el estadio en directo, y tras una pelea con idas y venidas por parte de los dos contendientes logró mandar a la lona al vigente campeón, y proclamarse campeón de la WWE, un logro que lo emocionó visiblemente y que celebró desde el propio ring junto a su familia.

Finn Bálor como nuevo campeón intercontinental, la despedida de Kurt Angle del cuadrilátero, la irrupción de un John Cena más rapero que nunca, y Triple H imponiéndose a Batista en un duelo de viejas glorias fueron otros dos momentos álgidos de la contienda, que pasó a ser el tercer evento de PPV más visto de la historia en esta suculenta industria, que en pocas horas generó un beneficio de casi 17 millones de dólares.

Aunque sin duda, uno de los combates que reclamó más atención fue el de las mujeres: la que ganara se lo llevaba todo, y esta fue Becky Lynch. La suya fue una puesta en escena de alto voltaje, una demostración que en esta disciplina y en espectacularidad y pasión las mujeres van a la zaga a los hombres. Cada vez más.

Charlotte Flair, la hija del eterno Nature Boy Ric Flair, había empezado fuerte, empezando por su llegada al ring en helicóptero. Había conectado sus mejores golpes y Lynch estaba vendida. Cuando parecía todo perdido, la irlandesa le dio la vuelta a la tortilla, cuenta de tres y se llevó la victoria. Doble campeona y el público estalló de júbilo.

Un combinado de sorpresas y emoción que distrajeron la atención e impidieron echar de menos al mítico Undertaker en la que históricamente había sido su noche predilecta. La que le encumbró e hizo grande su leyenda. En la que, uno a uno, fue batiendo a todos los rivales que quisieron hacerle frente. Y aunque no estuvo ?aunque sí algunos le esperaban?, su recuerdo siguió vivo en las mentes de los fans y sus menciones e imágenes presentes en las redes sociales.