Shella Badaseraye posa luciendo las tres medallas de oro logradas en el reciente Campeonato de España absoluto de halterofilia

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Hace 13 años pesaba más de cien kilos y hoy, con 55, es capaz de levantarlos. Shella Badaseraye (Benin City, Nigeria, 28-8-1987) ha regresado del Campeonato de España de halterofilia con tres oros en la categoría de 55 kilogramos, un hito para el deporte balear teniendo en cuenta que nunca antes un representante de las Islas había subido a lo más alto del escalafón nacional. Su logro adquiere tintes de hazaña por una historia personal de superación marcada por la parálisis que sufre su hija de 14 años.

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Se confiesa «bastante contenta» por cumplir con un objetivo que tenía entre ceja y ceja cuando los nervios le jugaron una mala pasada en 2019. «Trabajé a conciencia en lo físico y también en el tema mental y de confianza, porque hay que estar preparada mentalmente para soportar la presión cuando estás allí arriba», explica Shella, que se ejercita bajo las pautas de David Nicol y confiesa que su timidez le hace rendir mejor en los entrenamientos que en la competición.

En A Coruña, donde estuvo acompañada por el responsable de la delegación balear, Marcos Arenas, levantó 76 kilos en arrancada, 97 en dos tiempos y se alzó con el triunfo en total olímpico, pero ahora piensa en su siguiente meta: el récord de España (102 en dos tiempos y 82 en arrancada). Entrenando ya ha conseguido el de arrancada y va más allá, porque le motiva conseguir los puntos que le faltan para llegar a competir en el Europeo.

Pero para entender el éxito del pasado fin de semana de Shella Badaseraye, que llegó a la Isla con 12 años y cumple dos décadas aquí, hay que retroceder algo más de 13. Su ADN de campeona comenzó a forjarse cuando su hija Anahí, de 14 años y con una discapacidad del 98% por una parálisis, tuvo un ataque epiléptico que estuvo a punto de costarle la vida. «Me dio un ataque de ansiedad cuando sufrió su primera crisis porque no supe identificar qué le pasaba. Yo había engordado mucho -pesaba 100 kilos-, soy asmática, vivía en un tercero y no pude socorrerla. Casi se muere y ese día me prometí que no me volvería a pasar algo así», relata Shella.

«No había hecho más deporte que el típico que tus padres te apuntan para hacer amigos. Correr se me da fatal, no puedo hacer un kilómetro sin morirme, pero se me daba muy bien el entrenamiento de fuerza y mi cuerpo (mide 1,50 metros) está hecho para la halterofilia. Ayudan la genética y la alimentación», comenta sobre su interés por la modalidad que domina y a la que llegó a través del crossfit.

Esfuerzo

Todo empezó por Anahí y sigue por Anahí. «Todo lo que hago es para ayudarla. Comencé para poder moverla y ahora ojalá pudiera encontrar un patrocinador que me ayudara, porque aunque ganes, tienes que pagar todo tú», comenta remarcando que con el deporte trata de dar visibilidad a su caso (https://www.facebook.com/unaesperanzaparaanahi).
Estudió cocina y fue pluriempleada mucho tiempo hasta que hace cuatro años dejó la hostelería para tratar de conciliar de la mejor manera posible como madre soltera con una hija dependiente. Desde hace dos años es propietaria del Infinity Body & Fitness Palma, en la calle Taronger, donde trabaja y entrena lidiando las dificultades derivadas de la pandemia. «Lo importante es poder seguir trabajando aunque sea con un aforo del 30%. Espero que mejore», asegura.