La cuarta medalla, la de mayor valor, también fue también la más esperada y se la llevó al cuello este canario, de 20 años, que va quemando pasos a ritmo agigantado y este lunes en la piscina del Centro de Congresos de Fukuoka tocó el cielo.
Llegaba con la mejor nota, salió a nadar el último, pero Díaz del Río, 'Fer' como le conocen en el mundillo de la artística, no se amedrentó, dio lo mejor de sí mismo, arriesgó y no cometió ni un error.
De hecho, no sufrió ninguna penalización, ni en la preliminar ni tampoco en la final. El español nadó con energía un tema de Sam Smith, con arreglos de Salvador Niebla. Fue tal su confianza que parecía que en vez de una final mundialista estuviera en la piscina del CAR de Sant Cugat, allí donde Anna Vega y también Gemma Mengual, sus entrenadores han moldeado día a día a un campeón mundial.
Fernando lleva ocho años dedicado a la artística, aunque en exclusiva solo los tres últimos, porque al principio la combinó con la natación. El canario empezó porque la disciplina fusionaba sus dos pasiones: el ballet y la natación; y los primeros pasos los dio junto con su hermana.
Se instaló en el CAR, empezó a entrenar de lunes a sábado y entre seis y ocho horas diarias, y se dio cuenta de que aquella quería ser su vida, cuando Fernando dio lo mejor de sí mismo, después de sentirse una y mil veces apoyado por su entorno familiar (sus padres y su hermana) y de amistad.
Este estudiante de psicología le ha echado muchas horas para llegar hasta lo más alto y admite de la importancia de la preparación mental tanto en el deporte como en la vida. «Por muy sano que estés, creo que una dificultad mental impide mucho menos que una lesión física», repite como mantra.
Y hoy aún voló más alto. Había conseguido dos platas en el último Europeo y sabía, aunque no lo quería verbalizar, que la ausencia del máximo favorito, el italiano Giorgio Minisini, le abría las puertas al oro, pero no quería creérselo.
Sintió el calor de su entrenadora Anna Vega en el túnel de acceso a la piscina. Sólo él y Anna saben de aquella conversación, la última antes del gran momento.
Fernando salió con todo, emocionado y consciente, completó un gran ejercicio y se emocionó sentado junto a su entrenadora en el sofá blanco dispuesto por la organización para el momento.
Y escuchó la nota, esos 224,555 puntos que no olvidará nunca. El canario fue de largo el mejor en impresión artística (96,2), pero también en elementos (128,3550) y eso que el nivel de dificultad que Anna Vega había dispuesto para la sesión, no era el más alto de la final. En el podio lo acompañarán el estadounidense Kenneth Gaudet, con 216,8, y el kazajo Eduard Kim 216 puntos.
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