Van Wilder (Jette, 23 años), reciente vencedor de la Vuelta a Alemania, tiró su moneda y le salió cara. Un ataque a 8,8 km de la meta en Varese le bastó para abrir un hueco de un puñado de segundos que fueron suficientes para presentarse en meta como vencedor.
El joven corredor belga marcó en meta un tiempo de 4h.36.09, a una media de 42,5 km/h, superando en 13 segundos al ecuatoriano Richard Carapaz (EF Education) y en 15 al grupo principal con Primoz Roglic, Tadej Pogacar y los españoles Ion Izagirre, Carlos Rodríguez y Enric Mas, los tres entre los 11 mejores de la prueba.
Un triunfo sorprendente de Van Wilder ante los grandes nombres inscritos, entre los que sobresalían Pogacar, último vencedor, y Roglic como candidatos, pero en plena batalla entre ilustres surgió la figura del corredor del Soudal, quien aprovechó el desconcierto y la falta de colaboración del grupo perseguidor para poner en su palmarés su tercera victoria profesional.
La carrera del tríptico lombardo estuvo marcada por una escapada de ocho corredores en la que estuvo Gonzalo Serrano, pero el español del Movistar no aguantó el ritmo de caza que llevaba el pelotón, y que terminó de echar abajo la aventura a 13 de meta.
Battistella, Rochas, Busatto, Fetter y Calzoni trataron de sorprender al pelotón, pero los principales equipos movieron ficha de lejos, sobre todo el UAE de Pogacar y el Jumbo de Roglic. Finalmente fueron Kelderman (Jumbo) y Warguil (Arkea) los encargados de atrapar a los aventureros en la subida al Morosolo.
A partir de ese momento se aceleró el desenlace. A menos de una vuelta para el final entraron en escena los grandes nombres. Pogacar atacó a 12 km de meta, haciendo la selección definitiva. Quedaron delante además Roglic, Vlasov, Carapaz, Van Wilder y tres representantes españoles, Enric Mas, Carlos Rodríguez e Ion Izagirre.
Las subidas constantes al Casbeno, Montello, Morosolo y Casciago hicieron de los Tres Valles Varesinos una prueba de resistencia. Las fuerzas iban ya mermadas cuando a 8,8 km de la última línea arrancó Van Wilder con fe y determinación.
Nadie salió a su rueda. Tal vez ninguno dio la importancia a la maniobra que finalmente tuvo. Mientras se marcaban los perseguidores, Van Wilder se esfumó para no volver. Supo gestionar una pequeña diferencia para hacer inevitable su victoria. Premio a la ambición, relegando a los grandes nombres del ciclismo mundial.
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