El controvertido empresario y jefe del Estado de la micronación creada sobre una plataforma frente a la costa británica apoya a su equipo, los Seahawks, en Son Moix
Michael I, príncipe de Sealand (segundo por la izquierda), captando fotos con su móvil en el partido entre los Seahawks y los Voltors. | Emilio Queirolo
La micronación más pequeña, mediática y singular del planeta lo es porque no tiene ni un metro cuadrado de tierra firme bajo su soberanía. El Principado de Sealand sobresale del mar gracias a dos pilones de hormigón que sustentan un pontón para dar forma a un espacio de 500 metros cuadrados a doce kilómetros de la costa sureste del Reino Unido, cerca de Ipswich y Felixstowe. No cuenta con reconocimiento oficial pese a emitir pasaportes y títulos nobiliarios sin validez más allá de ese pequeño ámbito que forman los microestados con pretensiones de soberanía que la segunda generación de la dinastía de Sealand apoya en el hábitat que les rodea: el Mar del Norte.
No todos los días un jefe de Estado visita Son Moix. Su campo de césped artificial, para ser más exactos. Aunque por las apariencias, el actual príncipe de Sealand parecía un aficionado más o un integrante del staff de los Sealand Seahawks National, el equipo de fútbol americano que pasea el nombre del Principado y que el pasado fin de semana se enfrentó en un partido amistoso a los Mallorca Voltors, que plantaron cara (13-21) al medio centenar de jugadores desplazados, que contaron con un fan especial a pie de campo.
Allí estaba Michael Bates (Essex, 1952), empresario del sector alimentario con importante relación comercial con España, a la que exporta berberechos y mariscos varios a través de la empresa 'Fruits of the Sea', pero también heredero del fundador de este microestado y, por ende, actual príncipe de Sealand desde su coronación en 2012, al fallecer su padre y fundador de esta singular país, Paddy Roy Bates.
¿Sabíais que en medio del mar, junto a la costa británica, hay unos cuantos fuertes antiaéreos abandonados?
Pues resulta que uno de esos fuertes es un país al completo, con su bandera, su moneda y su propio regente.
Michael I de Sealand pasó desapercibido, acompañado por su segunda esposa, Mei Shi, una exmilitar china y ahora princesa de ese rincón del planeta surgido de una plataforma antiaérea como muchas otras levantadas durante la Segunda Guerra Mundial para defender a Gran Bretaña de las incursiones alemanas. Acabado el conflicto, fue abandonada y Paddy Roy Bates, exmilitar inglés, se instaló allí junto a su mujer y sus hijos para crear una emisora pirata (Radio Essex). En Roughs Tower -denominación de la plataforma que distingue a Sealand- encontró seguridad jurídica, al estar fuera de las aguas territoriales británicas, para el 2 de septiembre de 1967 declarar la independencia del Principado de Sealand.
Numerosos pleitos, incluso un sofocado intento de golpe de estado en 1978 que llevó a negociar con la diplomacia alemana la liberación de un rehén, intentos de compra, escándalos relacionados con los pasaportes emitidos por el Principado... Muchas han sido las aventuras de Sealand, que en 1987 vio cómo su estado en aguas internacionales se alteraba al extender Reino Unido sus dominios a doce millas de la costa, alcanzando a la plataforma. Pese a ello, han seguido reivindicando sus propias aguas y espacio.
Esa llamativa plataforma, visible desde la costa, ha hecho del merchandising y su imagen su gran industria y del Dólar de Sealand su moneda, sin valor alguno más allá de sus 'fronteras' o el coleccionismo. En su página web (https://sealandgov.org/es) se pueden adquirir llaveros, camisetas, sellos, títulos de nobleza varios, documentos de identidad, direcciones de correo electrónico... Servidores de Internet y un casino virtual residen sobre esos dos pilones que aguantan Sealand tras más de cinco décadas.
Tienen selección de fútbol -no reconocida por FIFA- y diferentes equipos (curling, hockey hielo, natación, fútbol americano...), entre ellos los Seahawks National, que protagonizaron un partido singular en Mallorca, arropados por su lider, el príncipe Michael I de Sealand, cuyo himno ('E mare libertas') es a la vez su lema. Palma vio pasar en el anonimato a uno de los más llamativos dirigentes de un estado sin reconocimiento oficial, pero con miles de seguidores en los cinco continentes. Y tal vez del más pequeño del mundo.
2 comentarios
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La estupidez del ser humano no tiene límites.
Ahora mismo estaba pensando en Puigdemont !!