Manu Fraga, en un momento de la entrevista con Última Hora, en el Real Club Náutico de Palma. | P. Pellicer

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La difícil espera del Real Club Náutico de Palma, aguardando noticias del TSJIB sobre el futuro de su concesión, no detiene la actividad en una entidad que pelea por defender su utilidad y papel de servicio a la ciudad y defiende una labor de 75 largos años. Manu Fraga (Puerto de Cariño, A Coruña, 1973) es el director y responsable deportivo de la institución. El gestor, una de las personas que mejor conoce el día a día de la entidad, no esconde que la inquietud existe, pero defiende los argumentos en favor de su continuidad y la implicación de todos los que están tras algo más que un club náutico.

En un año natural como 2024, ¿cuántos eventos deportivos es capaz de organizar un club como el Náutico de Palma?
- Todos los años, de manera ininterrumpida y desde hace más de veinte, acoge entre tres y cuatro grandes eventos deportivos. Se pueden entender como los que tienen un peso específico en su deporte. En los últimos quince, hacemos hasta cinco, que son el Sofía de clases olímpicas y Crucero, en colaboración con otros clubes; PalmaVela, Copa del Rey y Ciutat de Palma, el evento deportivo más antiguo de Baleares, lo que dice mucho de lo que es la entidad por historia. Si hablamos de los eventos de medio o pequeño tamaño, tenemos del orden de 20 o 25. Esto, trasladado a un calendario, significa que cada dos fines de semana hay una cita. Y si contamos los eventos sociales, rebasamos la treintena. En cuanto a actividad deportiva, todas las semanas del año está en marcha. Podemos decir que somos un polideportivo de actividades náuticas abierto 24 horas los 365 días del año. Sin ninguna ayuda institucional, no le cuesta un duro al contribuyente. Tenemos una función de utilidad pública, social y deportiva.

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Manu Fraga, en el Real Club Náutico de Palma. Foto: Pilar Pellicer

¿Se percibe inquietud desde fuera por la delicada situación de la entidad respecto a su futuro?
- La gente está preocupada porque no entiende esta situación. Tanto en Mallorca como fuera. Les parece surrealista que estemos en esta situación de incertidumbre, riesgo o peligro. Se preguntan por qué se ha llegado a este punto. Podemos ser muy grandes y tener retorno, pero al final, es la misma la identidad de un club náutico de 200 socios que otro de 2.000. Todos están cortados por el mismo patrón: su objetivo único es la actividad y la promoción deportiva. Esta labor está protegida en otras comunidades o sitios, pero ahora mismo, por no depender directamente de la Comunidad Autónoma, estamos en una situación de mayor riesgo.

Esto condiciona el corto y el medio plazo incluso del día a día…
- Nosotros trabajamos con la misma ilusión, como si no pasara nada. Entendemos que esto se tiene que solucionar. No tendría sentido que no se solucionara en favor de una realidad. Nosotros somos tratados como una concesión, reconocida por APB y las instituciones. Ahora, que nos digan que la titularidad no lo es, no lo entendemos, porque llevamos años funcionando así. Ahora, es un momento de incredulidad, pero entendemos que el TSJIB debe resolver favorablemente.

Días atrás, el presidente lanzó una carta a los socios tranquilizándoles tras la resolución del caso del Náutico de Ibiza. ¿Ese mensaje ha dado la calma necesaria?
- Es diferente, pero en el fondo a nosotros no se nos puede tratar como un simple operador náutico. Nosotros somos un club náutico. Esa singularidad hay que decidir si se protege o no y si queremos que exista o no. Esa función deportiva, si no la hacen los clubes, deberían asumirla las instituciones públicas. Hablamos de miles de personas que desarrollan su actividad en estas entidades y hay que decidir si nos interesa ese modelo por su efectividad. Basta ver de dónde salen los deportistas de las dos modalidades olímpicas más laureadas en España: vela y piragüismo. Los clubes están saneados, tienen una política de transparencia, no hay especulación… y luego está su legado. Nosotros gastamos mucho dinero sin ánimo de lucro, sin retorno, en apuesta por el deporte. Al final, los chicos y chicas tienen el apoyo del club y por eso cabe preguntar a las instituciones si les interesa que continúe o desaparezca este modelo. Y si no lo hacen los clubes, ¿quién lo va a asumir? Y lo curioso es que en la bahía de Palma, incluso estando bajo el mismo ayuntamiento, hay diferencias entre nosotros y Can Pastilla (CMSAP). ¿Por qué? ¿Porque nosotros estamos dentro de un puerto y tenemos una singularidad distinta? ¿Por qué ellos son concesiones y nosotros no? Si al final hacemos lo mismo…

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El director del RCNP, Manu Fraga. Foto: Pilar Pellicer

¿El cambio político ha ayudado a cambiar la percepción del asunto?
- Todos los grupos políticos firmaron una Proposición no de Ley que no ha servido de nada. Nos apoyan, sí. Pero no basta. ¿Queremos hacer medidas eficaces? Pues que se hagan ya, con carácter de urgencia. ¿Qué interés hay tras la posible desaparición de un club? No puede haber ninguno, porque lo que viene, el modelo que viene es con otro fin. ¿El modelo es transformarlo en una marina? Ese sector ya está cubierto. Lo que es necesario es que en el espacio público haya modelos públicos. El modelo de club náutico y de marina funcionan a la vez. Incluso la marina quiere que exista el club náutico, porque sus socios o clientes vienen de estos. Los precursores de la náutica recreativa eran los clubes náuticos. Lo que no puede introducirse es un modelo especulador de fondos de inversión en los que el metro cuadrado de espacio ofrezca la máxima rentabilidad. Hay que medir la rentabilidad social de los clubes náuticos, que es enorme. Eso no lo aporta el sector privado. Los eventos que organiza el Real Club Náutico de Palma sobrepasan los 30 millones de euros de impacto en Mallorca anualmente. No hay nada que supere esto. Nada supera a la Copa del Rey de vela. Este año rozaremos los 40 millones a través de ocho grandes eventos. Duplicamos la actividad. El hostelero, el restaurador, están preocupados… en otros sitios se crean los eventos para llenar los hoteles o la oferta, como en Alcúdia o Playa de Muro. Nosotros le damos el evento de forma gratuita a Palma y a Mallorca. Cabe hablar del altruismo de los clubes náuticos hacia la ciudad y eso nos gustaría que se valorara tras 75 años, mientras que otros buscan a una empresa que les traiga un evento que nosotros ofrecemos a la ciudad. Después de todo este camino, parece que todo lo que hemos hecho no sirve de nada, que estamos ante una interpretación de unas leyes que, si durante años se han articulado de una manera, no sabemos qué ha pasado. Porque nosotros seguimos siendo los mismos, sin pedir nada a cambio y dando explicaciones de todo.

Ahora que el club recoge los frutos de su apuesta por el deporte, sería una pena tirar todo por la borda.
- Hemos tenido recursos para poder llevar a cabo esa labor. Y aquí está el altruismo de los socios, de las directivas, de los trabajadores… todo ha permitido darle más recursos al deporte. Este club ha tenido fases y en los últimos 20 años no hemos hecho más que crecer. Y con ello mejoramos las infraestructuras, las conservamos, promovemos la contratación laboral, ofrecemos recursos que luego se ponen a disposición de otros eventos… Siempre ayudamos, a otros clubes o entidades de manera altruista. Ese altruismo es un estandarte del Náutico de Palma y de los clubes en general. Somos una entidad deportiva sin ánimo de lucro y esto no va a cambiar. Lo hace a mejor, porque cada vez llegamos más lejos.

En la Isla, ¿palpan la solidaridad del resto del colectivo y de los sectores implicados?
- Hay mucho corporativismo, vamos todos a una. Los clubes se han dado cuenta de que la unión hace la fuerza. Todos tenemos los mismos genes; llegaremos más o menos lejos o con mayor o menor grado de éxito. Todos los partidos políticos han hecho el gesto y el movimiento de apoyar, pero no es suficiente. Hay que ser eficaces en la defensa. Nuestros enemigos no son ni otros clubes, ni las instituciones. Lo son quienes quieren especular con un espacio público a beneficio de una empresa privada. Hay que decidir cómo queremos ese espacio público y proteger esa singularidad. Donde hay un club que se gestiona bien, habrá un club durante muchos años, porque ese espacio será de utilidad pública y bien administrado. Eso es lo que queremos y debemos crear las herramientas para hacerlo, con leyes y con carácter de urgencia.