Durmió cuarto pero con el mismo tiempo del líder, el esloveno Tadej Pogacar, y el jersey amarillo era una cuestión de puntos en la regularidad. Se trataba de entrar bien en la meta de Turín, una etapa prometida a los «sprinters», lo que significaba correr riesgos. Pero el premio era importante y el equipo y el ecuatoriano decidieron correrlo. «Sabíamos que era muy peligroso, que era el primer 'sprint' y siempre es muy nervioso, que había un par de curvas peligrosas en el tramo final. Pero el equipo ha hecho un gran esfuerzo, me han colocado bien en el tramo final y me han arropado en el 'sprint'», comentó. «El plan era lograr el amarillo, sabíamos que era posible y estamos muy contentos de haberlo conseguido», dijo.
A diferencia que Pogacar, que no hizo ningún esfuerzo para mantenerlo. Carapaz avanza con paso firme en un Tour que comenzó con dudas, las que le surgieron tras la caída en la pasada Vuelta a Suiza, que truncó una preparación que hasta ese momento había sido perfecta de cara a la salida de Florencia del Tour. «No llegaba con las mejores condiciones, tras la caída tuve una infección y eso me impidió prepararme en las mejores condiciones. Tenía dudas, porque en el Tour si no vienes al cien por cien es muy difícil. Pero los meses antes me había preparado muy bien», dijo.
«Estos días me he ido encontrando mejor, en la primera etapa sufrí, pero en la segunda me sentí mejor, eso me da confianza. Ahora quiero seguir intentándolo, ver hasta donde puedo llegar. De todas formas, tras haber conseguido esto, todo lo que venga será ya un plus», señaló. El mejor de los 'humanos' Carapaz no cierra ninguna puerta a partir de ahora. En Bolonia se codeó con Pogacar y con el danés Jonas Vingegaard los ganadores de los cuatro últimos Tour de Francia, y eso incrementó su moral, al menos para luchar por el podio final. «Por delante queda mucho Tour y mucha dureza. Voy a intentar hacerlo lo mejor posible, intentaré luchar con ellos en las siguientes etapas. Si no lo logro, trataré de ser el mejor de los 'humanos'», comentó.
El primer test lo tendrá este martes en las rampas del Galibier, un puerto de categoría especial que se ascenderá en la cuarta etapa. «Será un día duro y será difícil defender el maillot, pero lo voy a intentar. Cada día me estoy encontrando mejor y espero estar listo para intentarlo», comentó. Emocionado, Carapaz aseguró que sus sensaciones eran «indescriptibles» pero confesó que tenía a su familia en mente en este momento tan feliz. «Es un momento muy especial par mi, he trabajado mucho estos últimos años y eso significa estar alejado de la familia. Por ellos hago este esfuerzo, sé que vale la pena. Vestirme de amarillo compensa todo este esfuerzo y todo este tiempo fuera de casa», afirmó.
Pero también señaló que es importante para Ecuador: «Significa mucho para un país que tiene muy pocos corredores en la élite. Espero que contribuya a que el ciclismo siga creciendo allí». Este logro mejora la confianza del corredor ecuatoriano, que antes de la salida de Florencia comentaba que, en caso de no poder pelear por la general se centraría en otros objetivos, como ganar una etapa, algo que no ha conseguido, o el maillot de líder de la montaña.
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