El eritreo Biniam Girmay celebra su segunda victoria en este Tour de Francia. | GUILLAUME HORCAJUELO

TW
0

El eritreo Biniam Girmay (Intermarché Wanty), tocado con el maillot verde por puntos, volvió a levantar los brazos como vencedor en la octava etapa del Tour de Francia disputada entre Semur-en-Auxois y Colombey-les-Deux-Eglises, de 183.4 kilómetros, jornada de transición que mantuvo al esloveno Tadej Pogacar (UAE) al frente de la general.

Doblete para Girmay (Asmara, 24 años), convertido en el rey del esprint en la presente edición. Ganó en Turín, y replicó su histórico éxito en tierras italianas con otra victoria en un esprint ajustado en la que ganó la partida a los belgas Jasper Philipsen (Alpecin) y Arnaud De Lie (Lotto Dstny), campeón nacional. Dentro del top 10, el español Alex Aranburu (Movistar), noveno y Evenepoel, décimo.

«Una victoria para mi familia, que me apoyó siemore para ser ciclista. Ha sido un final perfecto con el ascenso cerca de meta, por eso he ganado. En el llano me ganan porque los rivales pesan más que yo y mueven más watios. Me han lanzado bien y he podido rematar», resumió Girmay.

El pelotón, con el mismo tiempo del ganador, 4h.04.50, a una media de 44,9 km/hora, entró sin novedades para la general. En víspera de la jornada del sterrato, pista de tierra, Tadej Pogacar sigue al mando con 33 segundos de ventaja sobre Evenepoel y 1.15 minutos respecto al danés Jonas Vingegaard.

El primer español es Juan Ayuso, quinto a 2.16, Carlos Rodríguez es séptimo a 2.31 y más alejados Mikel Landa a 3.35 y el mallorquín Enric Mas a 6.10.

La etapa se lanzó con lluvia en la localidad borgoñesa fortificada de Semur-en-Auxois, de apenas 4.200 habitantes, según la leyenda fundada por Hércules tras volver de Hispania. El Tour recurre a estos escenarios si encuentra en ellos algún simbolismo heredado de la historia o algún personaje relevante.

Un ciclista noruego vestido de arriba a abajo con lunares rojo de mejor escalador que atiende por Jonas Abrahamsen (Uno X), quiso escribir de inicio su propia página de ficción con la enésima escapada. «Míster coraje» se echó al monte para recaudar puntos en las cinco cotas del recorrido.
Como una hormiguita, y con más moral que el Alcoyano, fue desafiando a golpe de pedal a un pelotón anestesiado, y todo para reunir 7 puntos en sus conquistas de las 5 tachuelas del día. El chico, hasta el momento, ha recorrido escapado más de un tercio del Tour. Como no podía ser de otra manera, fue declarado el más combativo de la etapa.

Con el objetivo cumplido, Abrahamsen fue levantando el pie con 50 km aún por delante hasta llegar a otra pequeña localidad, Colombey-les-Deux-Églises, ésta de 700 habitantes y 9 iglesias, y además célebre. Se trata del pueblecito donde el general De Gaulle tenía su residencia de descanso, y donde reposan los restos del estadista fundador de la V República francesa. Un monumento-memorial preside el paisaje con una gran Cruz de Lorena.

Desde ese punto destacaba en lontananza el fugaz colorido del pelotón del Tour, en disposición de ir preparando un más que probable esprint. El Alpecin de Jasper Philipsen y Van der Poel tomaron cartas en el asunto para optar a una victoria que calmara los nervios en el equipo, aún inédito.

Abrahamsen, que llegó a tener un adelantó de casi 7 minutos, se bajó de la nube, exhausto, a 14,5 km de meta. Recorrió los primeros 140 kilómetros a una media de 44,6 km/h, impresionante, pero el pelotón persiguió a su presa sin contemplaciones.

La lluvia que se extendió por la región de Gran Este, los nervios de aproximación y la velocidad superior a los 70 por hora estiró el pelotón hasta el punto de poner en apuros al equipo del líder, que volvió a dejar aislado delante a Pogacar. El aviso no cayó en saco roto. Los UAE entraron en cabeza de carrera para evitar disgustos.

Fase de «estar atentos», era el mensaje que se lanzaba desde los coches de los equipos, conveniente «estar juntos» para responder a movimientos inesperados. El último km albergaba un par de repechos y se esperaban saltos de última hora.

De nuevo fue un esprint anárquico, sin control por parte de ningún equipo, donde cada uno juega sus cartas a su manera. En esta ocasión, y saliendo desde atrás, Philipsen se lanzó por su estreno, abrío unos metros, pero el repecho cercano a la línea de meta hundió al belga y resaltó la figura de Girmay.

La decimoquinta victoria para Girmay, la cuarta de la temporada para un corredor símbolo de su continente. Aquel hombre que ganó una etapa en el Giro, el día que se dañó un ojo con el corcho de la botella de champán del podio, y el que hizo historia ganando la Gante Wevelgem. Ahora, y de momento, es el mejor esprinter del Tour.

Este domingo se cierra la primera semana del Tour con la novena etapa con salida y llegada en Troyes, de 199 km, la esperada jornada del sterrato, ya que, como novedad incluye en su atípico recorrido 14 sectores por pistas de tierra que completarán 32 km. El último de ellos a 6 km de meta. Día estresante en la que deberán estar atentos los favoritos. Será una pequeña «Strade Bianche» a la francesa.