Andrea Fuentes, en la piscina del Best Centre Sports de la Colònya de Sant Jordi.

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Andrea Fuentes (Valls, Tarragona 1983) es la deportista española junto a Mireia Belmonte y Arantxa Sánchez-Vicario con más medallas olímpicas, cuatro. Tras su brillante carrera deportiva se lanzó a la piscina de la enseñanza y fue la entrenadora de Estados Unidos donde logró el bronce por equipos tras China y España. En 2022 Andrea salvó la vida a Anita Álvarez, una de sus pupilas del equipo de Estados Unidos, que se desvaneció en el Mundial de Budapest cuando estaba realizando un ejercicio individual. Andrea vivió unos años en Mallorca después de su retirada de la competición y cada año es una de las monitoras del Synkro Lovers Camp que tiene lugar en el Best Centre Sports de la Colònya de Sant Jordi.

—Enhorabuena. Regresa a casa.
—Sí, la noticia saltó el martes pero yo ya lo sabía unos días antes. De todas formas la decisión de dejar Estados Unidos vino cuando a Víctor (Cano, su marido exgimnasta olímpico) le ofrecieron hacerse cargo del equipo femenino de gimnasia artística. Era una oportunidad irrechazable y ahí ya decidimos regresar y luego fue cuando me ofrecieron hacerme cargo de la selección española, que desde siempre era mi sueño.

—La Colònya es casi su casa.
—Y sin casi porque en Mallorca vivimos unos años cuando me retiré y mis dos hijos son mallorquines. Es un placer venir siempre porque a todos nos encanta y queremos que los niños sigan manteniendo sus raíces.

—¿Cómo fue competir contra España y la China de Anna Tarrés?
—Con Anna Tarrés muy bien, así como con Australia. Con España el tema fue un poco más distante pero no sabría decir la razón porque conozco a muchas de las nadadoras, he competido con algunas de ellas y me llevo muy bien, así como con la gente de la Federación, pero la realidad era ésa.

—¿Por qué no ha despuntado Estados Unidos hasta ahora en natación artística?
—Es un deporte que requiere mucho entrenamiento, mucho tiempo y con un mismo grupo. En Estados Unidos esto funciona en muchos deportes durante la época universitaria, pero en natación sincronizada es más complicado, así que decidimos crear un grupo con chicas que aún no había empezado la universidad con otras que ya la habían acabado. Fue muy complicado sobre todo para volver a motivar a las chicas que ya habían estado en la universidad.

—¿China está a otro nivel?
—Sí porque aún sigue realizando unos entrenamientos extremos que no se pueden pensar en Estados Unidos o Europa. Yo creo que las siguientes generaciones no lo admitirán.

—¿Qué hubiera pasado si hubiera podido competir Rusia?
—Es una incógnita. Antes era una gran potencia pero lleva ya mucho tiempo fuera de las alta competición y no sé su nivel.

—Bill May, un nadador masculino, no estuvo lejos de formar parte del equipo.
—Todas conocemos la historia de Bill y le admiramos mucho, pero al final decidí no incluirlo porque no iba a ser justo en relación a otra compañera, pero ojalá un día se puedan incluir a nadadores hombres en los equipos.

—¿Sabe mejor una plata olímpica o un oro mundial?
—Mucho más una plata olímpica e incluso un bronce. Una medalla olímpica es lo más.

—¿Natación sincronizada o artística? ¿Cómo le gusta más?
—Me gusta mucho natación artística porque me encanta el arte y me gusta que esta palabra esté en mi trabajo y mi pasión.

—¿Cuántas veces le ha dado las gracias Anita Álvarez?
—127 (risas). Fue un momento duro y después de lo ocurrido en Budapest ella tuvo que hacer un gran trabajo psicológico junto al equipo para perder el miedo de que pudiera volver a pasar. Me alegré mucho por ella cuando logró la medalla.